Por fin, el gobernador Omar Fayad nombró a José Luis Romo, hasta entonces secretario de Desarrollo Económico, titular de la Secretaría Ejecutiva de la Política Pública, que por casi tres años fungió como jefatura de gabinete y la cual despachaba Israel Félix. En su lugar —en Sedeco— llegó alguien sin perfil político público, de nombre Sergio Vargas Téllez. Esos fueron los cambios relevantes, por lo menos en el gabinete legal.

Mientras unos nadan de muertito y otros hacen lo posible por no ser visto ni oídos para pervivir en la estructura de gobierno, Romo ha sido uno de los secretarios estrella del gabinete, quizás sólo era superado por Israel Félix, quien no era la mano derecha del gobernador, sino la extensión de la gubernatura. Desde ya son inevitables las “odiosas” comparaciones.

Las millonarias inversiones que han llegado a la entidad, su currículo, incluso su formación en Harvard, fueron las credenciales que Omar Fayad resaltó del ascendido secretario. Restará saber cuáles serán las funciones de este y si el mandatario le delegará tanto como lo hizo con su antecesor. De ser así, Romo automáticamente se convertiría en un candidato. ¿A qué?, ¡a lo que sea!

Con este cambio también iniciarán enroques en puestos relevantes. ¿Se mantendrá Cristian Guevara como subsecretario de la Política Pública? De no ser así este personaje tendrá que pasar unas largas vacaciones, pues en su carrera ha cerrado tantas puertas como se le han abierto. Algunos no lo recuerdan con mucho agrado: Eleazar, Gerardo Sosa y Onésimo Serrano, por soltar algunos nombres. Y mientras, Sedeco, la dependencia de las grandes inversiones, queda en manos de una incógnita, lo que no significa, por sí mismo, algo malo. Vargas Téllez, quien llegó a la dependencia de la mano de Romo, tendrá que aspirar a no ser visto como un gerente.

Los demás cambios serán motivo de otras columnas, entre ellos el regalo de consolación para Héctor Pedraza.

La república de los payasos
Regreso a la opinión escrita con un nuevo nombre para este espacio, que hablara, de que otra cosa, que grilla, inspirada en el libro de Luis Noriega, Donde mueren los payasos, cuyo prologo dice: “Esta es una novela de payasos y de políticos; políticos que no saben que son payasos y payasos que quisieran hacer carrera política. Pero también es una novela de gurús íntegros y diplomáticas arpías, de periodistas de verdad e inventores de noticias, de profesores felizmente casados y adolescentes aficionados a los videojuegos, de autores pusilánimes y editores mercantilistas, de zombis y mercenarios y psicópatas…”. Léala.