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Hace (66) meses
El Dominio del Demagogo
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“La reciente expansión del dominio demagógico está conectada con dos premisas históricas, a saber: el ascenso de la democracia de masas moderna y el fracaso de las instituciones. El demagogo moderno es el “líder de la gente” y el “sustituto de las instituciones” durante un tiempo de transición; por lo tanto, no puede ser simplemente descalificado con indignación moral como un hombre que promete todo sabiendo que no puede cumplir su promesa. Los más poderosos demagogos modernos son creyentes sinceros y fanáticos en su misión de “salvadores” de su pueblo. No los tortura el escepticismo ni la falta de confianza en sí mismos. Este mismo defecto de autoevaluación los hace héroes para las masas que viven acosadas por la incertidumbre. El verdadero demagogo les da fe y seguridad porque está absolutamente seguro de sí mismo. Se percibe como un enviado de Dios o casi como un dios.

Desde Aristóteles, el demagogo ha sido descrito como un líder del pueblo que conquista a las masas. ¿Cuál es la diferencia entre un demagogo y un estadista, entre Cleón de Atenas y Pericles? En realidad no hay una gran diferencia. Hasta el más grande de los estadistas depende de alguna manera del apoyo de las masas y por ello debe utilizar algo de demagogia. Por lo tanto, hay un elemento demagógico en cualquier gobierno, especialmente en las democracias modernas. Sería una sobre simplificación identificar la demagogia con la dictadura.

El cambio de una democracia liberal, por ejemplo, del dominio de las clases que poseen propiedades a la cultura de la democracia de masas, necesariamente conduce a grandes cambios dentro de los liderazgos. Ciertamente, significa el fin del tipo liberal del siglo XIX. Es la hora histórica del demagogo. Es este origen histórico que en gran medida explica el hecho de que el demagogo aparece en la literatura política solo como una fuerza destructiva. Aristóteles lo describió como quien incita a la multitud contra las clases propietarias. En nuestros días encontramos descripciones similares en las obras de pensadores liberales que temen por los valores básicos del liberalismo, como los derechos del individuo, la garantía de la libertad personal y el Estado de derecho.

Cuando un sistema económico es cuestionado, cuando se rompe un código social, cuando se debilitan las ligas religiosas, la gente busca sustituirlos con nuevas autoridades. El llamado por un líder es el resultado del debilitamiento o la no existencia de instituciones políticas, de una clase dirigente y de una código de valores aceptado. Cuando estas instituciones y sus elementos de gobernanza son lo suficientemente fuertes, no solo para preservar sino para ajustar a la sociedad a su desarrollo evolutivo, no surge el peligro del demagogo. En ello está la gran prueba de la fortaleza de las instituciones. Cuando éstas fracasan, los demagogos surgen; ellos son el sustituto de las instituciones en un tiempo de transición. Aquí yace la justificación para este nuevo dominio personal”.

Los párrafos que arriba aparecen son mi traducción de una parte del artículo “The Rule of the Demagogue”, escrito por Sigmund Neumann, que se publicó en la revista American Sociological Review en agosto de 1938.

Es increíble, pero a 80 años de su publicación, el texto del politólogo y sociólogo alemán Neumann parece escrito para describir la realidad que hoy vivimos, en donde están llegando al poder personas que prometen todo sabiendo que no pueden cumplir sus promesas, como consecuencia del modelo económico neoliberal en cada vez más países de América y Europa.

Neumann explicó hace ocho décadas las razones que explican la llegada de gobernantes demagógicos, las cuales son tan válidas hoy como lo fueron entonces. Ojalá el mundo no acabe inmerso en una guerra mundial como la que originaron esos demagogos.

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