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Hace (69) meses
La tranquilidad
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¿Qué es la tranquilidad? ¿Ha perdido usted en algunos momentos de su vida este bien tan importante y a veces poco valorado? ¿Por qué perdemos la tranquilidad? ¿A qué se debe?

La tranquilidad la podemos definir como estado de calma, serenidad o paz que experimenta una determinada persona o individuo. La Real Academia define la palabra como la cualidad de tranquilo; otras fuentes exponen la tranquilidad como la ausencia de angustia, miedo, culpa o dolor. Este término es originario del latín tranquilitas, que quiere decir “cualidad de estar calmado”, compuesta por el prefijo tran, que significa “más allá”; quiesc, que quiere decir “tranquilo”, y el sufijo dad, que significa cualidad.

La tranquilidad es sinónimo de bienestar, calma, apacibilidad, placidez, quietud, relajación, reposo, serenidad, silencio y sosiego, por eso la tranquilidad es definida como el estado de calma, de despreocupación o de paz que sentimos en un momento o tiempo y lugar determinado. Esta es una cualidad del ser humano para actuar con paciencia, prudencia, sin alterarse, tomándose el tiempo necesario para realizar todas sus cosas sin preocupación o precipitación alguna. Al sentir tranquilidad, la persona se siente alegre con el momento que está experimentando, y siente que su vida está en equilibrio, al igual que todo su interior y todo lo que le rodea. Cuando un individuo se siente tranquilo se da cuenta de que está haciendo las cosas bien, o como debe hacerlas, para que su mundo funcione correctamente, y las personas que se encuentran en él puedan contagiarse de este valor tan importante, sentirse felices con ellos mismos y todo en lo que se desempeñan día a día o en lo que realmente les apasiona hacer. Hoy en día, este valor se ha ido perdiendo debido a la cantidad de preocupaciones del mundo actual; y debemos tener en cuenta que este valor es fundamental para el buen vivir del ser humano.

En momentos de nuestras vidas no valoramos en su justa dimensión esta sensación; lo hacemos en cuanto la perdemos, cuando sufrimos, cuando estamos arrepentidos, sobre todo de malas decisiones. Son éstas las que nos hacen perderla; de ahí su importancia.

La tranquilidad emocional y espiritual es la que nos lleva a la paz interior. La paz interior es aquella certeza, impalpable pero real, de bienestar emocional y espiritual. La paz interior es la tranquilidad profunda que nos llega cuando somos capaces de desconectarnos de la terrible batalla que mantenemos con nosotros mismos, esa batalla de los pensamientos inquietantes y perturbadores que, aunque sean inútiles, no son menos amenazantes.

La paz interior es subjetiva pero muy cierta, es el sentimiento bien fundado y de unión que tenemos cuando nos liberamos de las preocupaciones, del sufrimiento, el dolor, el estrés, el miedo, y entonces somos conscientes de las incontables maravillas que nos ofrece la vida.

La paz interior llega cuando nos apartamos mental, emocional y hasta físicamente de los dramas mundanos, de los conflictos, de todo aquello que creemos erróneamente que debemos decir, hacer o defender. La paz interior se convierte en una realidad cuando decidimos íntimamente trasladarnos de la tristeza y las preocupaciones a la tranquilidad y la dicha.

Si queremos llegar a esas realidades positivas, es necesario desbaratar algunos de los obstáculos personales que nos subyugan, como el miedo al futuro y las lamentaciones sobre el pasado. Debemos abandonar los antiguos equipajes con sus monstruos adentro. El viaje completo a la paz interior empieza cuando evadimos los caminos de la envidia y del qué dirán, los desvíos de la impaciencia y las calles sin salida de la terquedad y la ignorancia.

En este recorrido, la meditación y la oración en meditación son dos herramientas definitivas; ambas, formas excelentes de desarrollar la conciencia y el entendimiento en todas las áreas de la vida, y fundamentales para alcanzar la paz interior y para conservarla. Nos ayudan a trasladar nuestra atención al momento presente, a ejercer control sobre nuestra mente y nuestro espíritu, apartándonos de las ansiedades y de las actitudes defensivas que no nos permiten alcanzar un bienestar espiritual.

Qué tal si paramos la batalla, al menos unos minutos cada día, hasta que un día la batalla desaparezca por completo. Destinar un rato cada día a la actividad meditativa será el mejor de los remedios para todos los males del estrés y la ansiedad que enferman al ser humano actual.

La reflexión, meditación e introspección nos llevarán a una nueva perspectiva. Nos daremos cuenta de que nuestros conflictos interiores no son eternos, y entonces, aquella energía que alimentó antes nuestra desgastadora batalla interna puede ser utilizada ahora para vivir y obrar positivamente.

Los quehaceres apurados de la vida cotidiana y los conflictos que cargamos nos consumen. Nos sentimos cansados y nuestra energía se fragmenta, por ello es imprescindible encontrar una base firme para nuestro bienestar. La paz interior es esa base, porque la paz engendra energía y el aumento de energía física y espiritual es consecuencia de nuestro descubrimiento de esa calma interior, y en el empleo efectivo de esta fuerza tendremos menos probabilidades de derrochar recursos vitales en preocupaciones, lamentos, culpas, indecisiones y sobre todo cometer actos erróneos.

La paz interior es la energía que puede curarnos individualmente y curar al mundo, convertirnos en seres libres para ser felices y hacer felices a otros, especialmente a los que amamos.

OM MANI PADME HUM… PAZ INTERIOR, PAZ Y ESPIRITUALIDAD PARA EL MUNDO.

NAMASTE.

Apreciables lectores, como siempre les recuerdo que mi punto de vista es y será simpre solo la vista de un punto.

¡Es cuanto!

 

Fermín Villaseñor

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