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Hace (70) meses
Mesones y hoteles en Pachuca
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Para los viajeros anteriores al siglo XX, encontrar en las poblaciones que visitaban un lugar de alojamiento era tarea de titanes, ya que el surgimiento de los hoteles es una conquista indiscutible de la vigésima centuria. Durante los siglos 16 a 19, de acuerdo con las descripciones realizadas en las guías de forasteros o las formuladas por ilustres visitantes mediante deliciosas narraciones, se puede deducir desde la existencia de los llamados Portales de Peregrinos, hasta la de mesones y hospederías donde podían alojarse los viajantes y los animales que los transportaban.
En relación con los Portales de Peregrinos o de Mercaderes los datos que se conocen permiten saber que estos se edificaban regularmente en la plaza mayor o en el acceso a templos y conventos y estaban destinados a dar abrigo, durante la noche o en los días de lluvia, a vendedores y viajantes ocasionales, que allí se alojaban en unión de los animales que les transportaban (caballos, mulas, burros, etc.).
En Pachuca, existen datos del Portal de Mercaderes –ubicado en la Plaza Mayor, hoy de la Constitución– desde el siglo XVII (aunque pudieran remontarse a finales del XVI), las descripciones señalan que era una reducida arcada, en cuya planta alta se encontraba el Oficio Público –despacho de las autoridades de la comarca–, arquería que fue ampliada al doble de su tamaño original a mediados del siglo XIX.
Por lo que se refiere a los mesones, su existencia se reporta ya en el siglo XVIII, sitios donde, por unas cuantas monedas, los forasteros gozaban de hospedaje en una gran crujía o pequeños cuartos, según el precio, en los que había también macheros, donde sus animales recibían pastura y descanso bajo amplios tejabanes. Los principales usuarios de aquellos espacios fueron arrieros que traían para su venta en este Real de Minas carbón, leña, verduras, aves de corral, ganado menor, tasajo, así como sebo, pólvora, costales, tenates y otros enceres destinados a la industria minera. En la documentación que obra en el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo, obran documentos en los que se hace alusión al Mesón de Arrieros ubicado en la Calle de los Mesones, –hoy Matamoros– donde al parecer existían por lo menos otros dos. Famoso fue a principios del siglo XX el Mesón de Abasolo, que tenía capacidad para dar hospedaje a media centena de arrieros y a cerca de trescientas bestias de carga.


Al parecer a esta categoría perteneció la antigua Casa de Diligencias, hoy hotel Independencia, que funcionaba ya como tal en 1841, al instaurarse las corridas por diligencia a la ciudad de México. Por lo que hace a los viajeros ilustres, estos eran alojados en alguna casa importante o en el hogar del familiar o conocido más cercano, por ejemplo el ensayista italiano Gemelli Carreri durante su visita a finales del siglo XVII, se instaló en la Caja Real –Las Cajas– asiento de la autoridad minera que operaba en la comarca.
El primer hotel del que se tiene memoria se ubicó precisamente en la calle de Los Mesones y se denominó Hotel Unión lugar donde se hospedó en 1861 el entonces coronel Porfirio Díaz, al ser enviado con el general Santiago Tapia a combatir aquí a los conservadores, Leonardo Márquez y Félix Zuluaga.
A finales del siglo 19, el antiguo Mesón de las Diligencias, se amplió con un segundo piso, con lo que dio paso al reconocido Hotel Grenfell. Pronto surgieron el Hotel Metropolitano de los señores Andrade y Barreiro; el de Los Baños, construido por los señores Cué, y abierto hacia 1895; el San Carlos, que se ubicara allá por 1901, en la segunda de Ocampo –frente a la actual cantina El Regio–; una década después inició actividades el hotel Camino, edificado por don Felipe Camino a espaldas del Teatro Bartolomé de Medina, cuya entrada se ubicaba en la calle de Allende; ya en la segunda década del siglo XX, inició operaciones el hotel Doria ubicado en la primera de Allende; por cierto fue este, el primer edificio en Pachuca que contó con elevador y hotel, con baños en cada cuarto.
Mucho distan los servicios de aquellos Hoteles, por muy de primera que fueran, con los que hoy otorgan los más modestos servicios de hospedería, tales como cuarto con ducha, central telefónica, servicio de lavandería y desde luego alimentación, de modo que por todo servicio se ofrecía una cama, un ropero, lavamanos con palangana para el aseo de los huéspedes, ese que don Rafael Cravioto define en su libro Memorias de Un Adolescente como “una discreta ablución matinal”.
Uno de los mejores hoteles con que contó Pachuca, fue sin duda alguna, el Niagara, entre 1930 y 1944, establecido en el edificio del hoy Banco de Comercio, en la esquina de plaza Independencia, Bravo y Allende.
Para la primera mitad del siglo XX, eran contados los hoteles que existían en Pachuca; de primera: Los Baños y Noriega, ambos en la calle de Matamoros; de más baja connotación El Colonial de las calles de Guerrero; El Allende –antes Camino–; el Hidalgo a un costado de la Estación del Ferrocarril Hidalgo, al oriente de la actual Plaza Juárez y el Matamoros en la esquina Salazar y la calle de su nombre. Seguían El América y el Cuauhtémoc en las calles de Allende, que aún existen, a los que se agregaba el Casino Español que ofrecía cuartos para huéspedes de la Madre Patria.

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