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Hace (60) meses
Personas tóxicas
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Según el Psychology Today, la mayoría de personas tóxicas poseen uno o más de los siguientes rasgos:

 

  • Manipuladoras

 

  • Sentenciosas

 

  • No asumen ninguna responsabilidad de sus sentimientos

 

  • No suelen pedir disculpas

 

  • Son insostenibles

 

  • Le hacen probarse a sí mismo delante de ellos

 

  • Le hacen defenderse

 

Entre la manipulación y el juicio, hay gente tóxica a la que le encanta decir sus viles palabras sobre, aparentemente, cualquier persona. Como era de esperar, muchas de estas palabras tienen la intención de herir a alguien más –posiblemente incluso sea a usted o usted cause la herida a los otros–. Las personas tóxicas son notorias por proyectar sus inseguridades y baja autoestima en los demás, es importante entender que nada de lo que ellos digan debe ser tomado como algo personal; esta es la primera parte para liberarse de las personas tóxicas. En realidad, las personas tóxicas son miserables y –por alguna razón difícil de entender– utilizan a otras en un vano intento de sentirse mejor; recordemos, tienen baja autoestima. Venimos de una sociedad con ignorancia emocional, donde desde niños no nos enseñan a conocer y manejar nuestras emociones.

Daniel Goleman lo ejemplifica con una frase que en lo personal me parece fantástica: “El secuestro emocional de la ira”, y muestra una respuesta totalmente emocional y casi automática del cerebro, que lleva a hacer cosas de las que luego se puede arrepentir. Afortunadamente Goleman también menciona “El cuarto del segundo mágico”, en el que aún estamos a tiempo de enfriar la ira y calmarnos antes de que nos “secuestre”. ¿Y eso cómo lo hacemos? A través de analizarnos a nosotros mismos, la ignorancia emocional que nos han enseñado para reprimir nuestras emociones, a tratar de razonar todo en la vida cuando en la vida no hay nada razonable sino todo emocional, todos los conflictos que surgen en el ser humano son llevados a través de las emociones.

También hay que tomar en cuenta que no toda la gente que catalogamos como “tóxica” realmente lo es. Hay gente que es manipuladora, que tenemos que poner tierra de por medio, hay textos o gente que te dice que hay que alejarse de la gente tóxica, que uno se retire de esas personas, pero qué pasa cuando es tu mamá, tu papá, tu jefe, tu espos@, incluso tus hijos; porque al final todos tenemos ciertos rasgos tóxicos, no hay quien se libre de ello, porque no nos enseñan a trabajar nuestras emociones, manejarlas o liberarlas.

Muchas veces queremos alejarnos de la persona a la que le colgamos el título de tóxica, incluso se lo mencionamos a nuestros conocidos, pero no caigamos en el juego absurdo de etiquetar a la gente, el Yin y el Yang hacen la representación más gráfica del ser humano, y en el lado negro siempre hay un punto de luz y en el lado blanco un punto de oscuridad, y debemos reconocer que incluso de las personas más tóxicas puede haber ese punto de luz, incluso si tú te consideras una persona tóxica puedes encontrar ese punto; no tengas el temor de que la gente tóxica pueda llegar a manipularte, porque no es así.

Existen, como lo describí arriba, personas manipuladoras, negativas y ensimismadas y es este el tipo de gente que debemos alejar de nuestra vida, porque este tipo de personalidad es la que sí hace daño.

 

Para comprender nuestras emociones hay que escucharlas con atención

En los conflictos que se generan en las relaciones humanas no suele haber razones sino emociones. Pocas veces se resuelve un conflicto con argumentaciones. Tampoco cuestionando las emociones, porque es inevitable sentirlas. El camino suele ser intentar comprender la emoción propia y ajena y calmarlas.

Primero comprender y después ser comprendido. Para comprender, hay que escuchar hasta el final con atención. Para facilitar esto puedes utilizar el “yo” y no mensajes “tú”, que habitualmente son reproches. Es decir, en lugar de decir “eres agresivo”, procurar decir “me hiere tu tono de voz”. Parecerá una tontería, pero cambia totalmente la recepción del mensaje en quien escucha porque no se siente agredido. Identificar tus emociones y las emociones del otro, ponerles nombre y procurar entenderlas y calmarlas.

Hay una película de Pixar-Disney que se llama Intensa Mente que nos explica y ayuda a identificar y gestionar nuestras emociones. En ella participaron psiquiatras, psicólogos y neurólogos de la Universidad de Berkeley y el resultado realmente, en lo personal, me parece memorable. La trama se desarrolla en la mente de una niña donde cinco emociones (Alegría, Tristeza, Temor/Miedo, Furia/Ira y Desagrado) buscan guiarla en el día a día de su vida, es una lucha y realmente es impresionante cómo esto que vive Riley en la película aparentemente inocente es lo que nos sucede a diario. Si no la has visto, te la recomiendo ampliamente y si ya la viste, te sugiero que vuelvas a verla.

Te invito a que, ante situaciones tóxicas comiences a replantearte un poco quién es más tóxico, si la persona que intenta descargar su insuficiencia emocional sobre ti o tú que lo permites. Hay que permitirse sacar todas las emociones que llevamos dentro, comenzar a estudiar, comprender y erradicar la ignorancia emocional con inteligencia emocional; enseñar a nuestros niños, que son la nueva generación, a ser permisivos con sus emociones, que lloren, que sientan el placer, la tristeza, que lo entiendan y lo vean como algo natural y también tú como adulto, hazlo, vívelo.

Muchas veces la agresión y las conductas “tóxicas” son frustraciones que tenemos dentro y las sacamos con los demás como si ellos fueran los culpables y al final somos nosotros, por eso yo te recomiendo salir y hablar con un amigo, con tu madre si es buena oyente, o buscar ayuda de un terapeuta o coach emocional.

El miedo se dice que es

la emoción preferida de nuestro cerebro, programado para sobrevivir, de ahí los terrores nocturnos de los niños; un modo eficaz de desarmarlos es mirarlos de frente, visualizarlos, describirlos en voz alta y enfrentarlos, no evitarlos. Dicen que el miedo aumenta exponencialmente cuando se evitan sistemáticamente los estímulos que lo causan, entonces intentemos sacarlo.

Frente al emocionalismo barato que abunda en nuestro tiempo y la ignorancia emocional de tiempos pasados, cultivemos una sana y serena inteligencia emocional que nos permita entender y gestionar las emociones con más habilidad sin que lleguen a desbordarnos, regular nuestros estados de ánimo, mejorar la capacidad de empatizar y comprender qué sienten los demás, desarrollar la capacidad de motivarnos a nosotros mismos y perseverar a pesar de las frustraciones, controlar los impulsos.

En definitiva, armonizar emoción y pensamiento para procurar ser más felices y hacer más felices a los demás y no convertirnos en agentes tóxicos, con baja autoestima y sin comprender lo que nos sucede.

 

Comprendámonos nosotros mismos, para empezar a comprender a los demás.

Como siempre les deseo larga vida, salud y prosperidad.

Alberto Tristany Zarauza
[email protected]

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