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Hace (59) meses
Reflexionando ando…

Foto: Especial

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Hoy es el día de la Resurrección, Domingo de Pascua, un día que muchos celebran como el día más grande, y preguntarás ¿por qué es el día más grande? Es el día en que se alegran todos por que Cristo se convierte en el salvador resucitado que triunfó sobre la muerte, que deja de sufrir, que vive glorioso para siempre y que se puede decir que después de este día misión cumplida.

Esto es lo que marca el cristianismo, se basa en la Resurrección de Cristo, del Salvador, yo en lo personal, me permito hacer una pequeña dispensa y llamarlo el maestro. Porque hoy no me voy a referir a esa parte que todo Cristiano conoce, yo quiero hablar del maestro, de esas enseñanzas que dejó mientras estuvo vivo y que hoy en día, en esa lucha entre creyentes y no creyentes se dude de esa enseñanza, cuando parte de ella él la vino a entregar, y queda un registro dentro de los Evangelios, de acuerdo con la visión de ellos, y en cartas como la de Juan, tenemos ahí nuestro aprendizaje y crecimiento como seres humanos.

Sus discípulos le preguntaron, ¿debemos de observar la ley? Y el maestro muy sabiamente les respondió que la ley se resume solamente en dos mandamientos, ya no eran los 10 sino solamente dos:

 

  1. Amar a Dios por sobre todas las cosas

 

  1. Amar al prójimo como a ti mismo

 

Fíjense bien, lo que él dijo: “Amar al prójimo, como a nosotros mismos”, y esa frase es la base, en gran parte, de todo el movimiento de inteligencia emocional, que ha habido en el mundo, de fortalecer la autoestima del ser humano, ¿por qué? Porque un individuo que se ama es un individuo diferente; yo creo que ha habido una mala comprensión de todas estas corrientes, que toman posesión de nuestra vida, como son las emociones y demás, pero ya desde hace más de 2 mil años nos lo vino a enseñar quien, para mí, más allá del Cristo resucitado y redentor de toda la humanidad, antes de ser eso, es el maestro aquí que nos dejó estas enseñanzas.

Porque si tu amas al prójimo como a ti mismo, jamás le vas a hacer daño, jamás le vas a robar, jamás le vas a faltar y, sobre todo, nunca vas a estar debajo de nadie, y esto es muy importante destacarlo porque se nos olvida. El maestro Jesús, el Cristo resucitado nos enseñó también lo que son las emociones. He escrito en artículos anteriores sobre el miedo, la ira, y el maestro Jesús vivió ese miedo cuando estaba en el Monte de los Olivos orando, incluso algunos de sus discípulos se quedaron dormidos, y le pedía al Padre que le quitara el cáliz; cuando estuvo en la cruz también muchas emociones se manifestaron ahí, inclusive él consoló a las discípulas que tenía al pie de la

cruz donde pasó los últimos momentos.

Luego yo creo que tendríamos como reflexión de hoy, repasar esa enseñanza hermosa, poética en algunos momentos, dura en otros, severa, acercarnos un poco a la lectura del gran libro que es la Biblia y ponernos a leer un poco más de lo que hemos hecho hasta ahora. Leer esas palabras del Sermón del Monte, que son maravillosas, pronunciadas hace más de 2 mil años, porque lo tenemos que poner en contexto, muchas veces hablamos de los grandes filósofos griegos y nos dejaron una enseñanza magnífica, pero si nos remontamos más hacia atrás, en un pueblo llamado Galilea, un ser, que muchos dicen que era rabino, llegó un maestro nos dejó una enseñanza que hasta hoy debiera ser practicada, ese corazón noble y generoso que nos mostró cuando quisieron apedrear a la mujer y les dijo a todos ya con las piedras en la mano “el que esté libre de culpa, que arroje la primera piedra”; y todos soltaron la piedra y se fueron de ahí. Tenemos que destacar esta enseñanza para, primeramente, reencontrarnos a nosotros mismos y después reencontrar al que tenemos enfrente, algunas veces vemos al prójimo como que vive en otro continente y el prójimo es el que tenemos enfrente, sea familia, amigo, jefe, autoridad, hijos, sea quien sea, debemos recordar que él vino por amor y dio su vida por amor. Yo creo que esa es una reflexión que muchos la tenemos presente: él era el camino a la verdad y la vida, él era la luz en la obscuridad. Imaginen cuantas frases dijo y nos dejó, es un modelo a seguir como persona, porque hacía muchas cosas que hoy en día criticamos, y cuando tenía que hacer justicia la hacía; cuando no estaba conforme con algo, lo expresaba completamente, ¿por qué no ser nosotros igual? ¿Por qué no estar nosotros del mismo lado, aprendiendo e imitando las cosas buenas, las cosas nobles que te ensalzan como un verdadero seguidor que fue el maestro Jesús y Salvador que es Cristo?

Debemos recordar, amigos, que él era todo: amigo, maestro, modelo, apoyo, todo y daba para todos. Él era generoso y, de hecho, no tenía nada, pero también se nos olvida que era un ser humano, por eso escribí más arriba sobre las emociones que él sintió en vida, por que sintió enojo, ira, acuérdense en el Templo cuando entró y echó a todos los mercaderes a latigazos, eso es ira; cuando reprendió a sus discípulos porque le decían que no usaran las mujeres esos perfumes tan caros porque se lo podían dar a los pobres y él respondió: “Los pobres siempre estarán con ustedes, pero yo no”. Imagínense lo que nos dejó escrito, él nunca dijo que ser pobre era malo, y si tuviéramos la oportunidad de volver a sus enseñanzas, te aseguro que nuestra vida cambiaría, sin fanatismos, tratando de leer en primera persona lo que este gran maestro nos dejó como enseñanza en esta vida. Si nosotros queríamos seguirlo, había que hacer lo que él hizo, no había de otra, que tenía que haber desapego, y cuanto mejor estés tú, mejor estará tu familia.

Debemos de dejar la excesiva doctrina que se nos pone enfrente e ir un poco más a buscar a este gran maestro y sus enseñanzas y después al Cristo redentor, que no se olvida de nadie, y a partir de ahí tu vida puede cambiar y mejorar enormemente.

Y en este día, te dejo esta reflexión para que la medites y si te puedes acercar a los escritos de los Evangelios y leerlos por ti mismo, hazlo, estos días son los ideales.

Muchas gracias por leerme y la siguiente semana tendremos un tema nuevo.

Como siempre, les deseo larga vida, salud y prosperidad.

 

Alberto Tristany Zarauza

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