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Hace (73) meses
Sin chachalacas
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Andrés Manuel López Obrador se sigue fortaleciendo en la contienda. Ricardo Anaya se consolida como la opción frente al morenista. José Antonio Meade no sólo no repunta, sino que pierde terreno. La intención de voto por los independientes también cae.

La encuesta de Reforma de ayer ratifica esta situación. López Obrador sube de 31 a 33 por ciento, Anaya escala seis puntos porcentuales para alcanzar 25 por ciento, Meade baja de 17 a 14 por ciento.

Margarita Zavala ocupa todavía el primer lugar entre los independientes, pero su apoyo cae de 8 a 4 por ciento. El Bronco tiene 2 por ciento, mientras que Armando Ríos Piter no pinta en este ejercicio. Los independientes se han visto afectados por una “precampaña” en que los candidatos de los partidos hicieron campaña abierta, con millones de spots de radio y televisión, mientras que a los independientes la legislación vigente los mantuvo en la sombra.

Aún no empiezan las campañas propiamente dichas. No se lanzarán, aunque usted no lo crea, hasta el próximo 30 de marzo. Si tiene usted la idea de que López Obrador empezó su campaña en 2014, con una avalancha de spots con los tiempos de medios de su partido, está equivocado. También lo está si piensa que Ricardo Anaya contraatacó después con los spots de su partido, el PAN, o si considera que Meade comenzó la suya en diciembre de 2017 con sus spots. La ley nos dice que las campañas y la discusión de las plataformas políticas no pueden comenzar sino hasta el 30 de marzo.

No es la primera vez que López Obrador empieza en primer lugar. Ya lo hizo en 2006, pero perdió la contienda por estrecho margen cuando sus declaraciones, como “Cállate chachalaca” dirigida al presidente Vicente Fox, parecieron confirmar la campaña de Felipe Calderón de que era un “peligro para México”. Hay quien piensa que el tabasqueño se autodestruirá una vez más, que hará alguna declaración que afecte su popularidad o que el gobierno o los otros partidos inventarán alguna nueva estrategia para hacerle daño. Esperan una nueva chachalaca que les haga el trabajo.

Las cosas, sin embargo, no pintan bien para esa esperanza. Para empezar, el López Obrador de hoy, de 64 años, es más maduro que el de 2006, de 53. En vez de enojarse ante las descalificaciones, recurre al sentido del humor, como lo muestra su decisión de asumir el nombre de Andrés Manuelóvich cuando se le acusó de ser apoyado por los rusos. Además, parece haber adquirido una cubierta de teflón que lo protege cuando hace declaraciones incómodas.

Primero hizo su propuesta de negociar con los criminales y darles una amnistía. Después dijo que los ministros de la Suprema Corte están maiceados. Al secretario de la defensa, Salvador Cienfuegos, le espetó que se deje de “politiquería” y “que “se ponga a hacer su trabajo” cuando la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas le ofreció un doctorado honoris causa que después retiró. Ninguna de estas declaraciones le hizo daño. Quizá es lo que hay que esperar de un candidato de protesta ante un pueblo que se siente agraviado por el gobierno.

El mayor riesgo que puede correr López Obrador es el exceso de confianza. A un mes y medio de que empiecen las campañas, las cuales durarán casi tres meses, él parece considerar que el triunfo está definido, que la ventaja es irreversible. “Estamos arriba. No nos vamos a confiar, pero la gente ya tomó su decisión.” No parece haber chachalacas en el horizonte.

Cerveza o rifle
Ahora fue el turno de una escuela en Parkland, Florida: 17 muertos acribillados por un estudiante suspendido de 19 años armado con una AR-15. Trump lamenta la matanza y habla de que Nikolas Cruz estaba desequilibrado. Este joven no tenía edad para comprar una cerveza, pero sí un rifle de asalto.

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