Combate a la corrupción ¿con que armas?
 
Hace (72) meses
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En varios países, algunos latinoamericanos, se dan acciones muy concretas contra la corrupción. Sin embargo, una revisión más detenida muestra que, en realidad, se trata de acciones políticas que al final dejan en pie la corrupción.

El más reciente reporte sobre percepción de la corrupción que elabora Transparencia Internacional (TI) comienza dibujando una paradoja: a pesar de los avances anticorrupción que se reflejan en leyes contra esta práctica, investigaciones legislativas sobre casos de corrupcióny crecimiento de movimientos ciudadanos que repudian esta práctica, el conjunto de la región sigue con altos índices en la materia. ¿Por qué?

El mismo reporte muestra que en nuestra región el caso más sonado de lucha anticorrupción es el de los sobornos que dio la constructora brasileña Odebrecht en Brasil, Ecuador y Perú, y aunque TI no lo cita, sabemos que también hubo en México.
Este caso es el que más enfáticamente muestra que en varios sonados expedientes, se trata más de acciones políticas que de verdaderalucha para desterrar las prácticas de saqueo de los erarios.

En ese marco se puede entender la renuncia del ahora expresidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, de quien se mostró que dos firmas de asesoría relacionadas con él, habían recibido fondos de la constructora brasileña por trabajos de asesoría, en donde el exmandatario efectivamente cumplió tareas de asesor. El escándalo creció este mes cuando surgieron documentos que revelaban la recepción de dinero por parte de Kuczynski, cuando ya era el ejecutivo peruano.

Corrupción o no, el punto de quiebre parece haber sido el indulto que dio a fines del año pasado a Alberto Fujimori, polémico expresidenteperuano recluido para cumplir una pena de 25 años de prisión convicto de corrupción y violaciones a los derechos humanos.

Fujimori divide a Perú, e indultarlo, a pesar de su avanzada edad -el 29 de julio cumplirá 80 años de edad- revivió esa división, sobre todo cuando se argumentó que nueve diputados de su partido Fuerza Popular, entre ellos el hijo del encarcelado exmandatario, se habíanabstenido de votar a favor de la destitución de Kuczynski en el primer intento de desalojarlo del poder, y que el pago había sido el indulto.

La renuncia de Kuczynski no pudo ser detenida por los legisladores de su partido, Peruanos por el Kambio, que había empezado la actual legislatura en abrilde 2016 con 18 legisladores y al momento de la renuncia tenía 15 sobre el total de 130, poco más del 10 por ciento, una clara minoría.

Una investigación por corrupción bajo la forma de alteraciones administrativas al presupuesto, en el marco de un Congreso con mayoría opositora al acusado, fue el mismo guión temático que se siguió en Brasil contra Dilma Rousseff en 2016, donde también influyó el desempeño negativo de la economía, pero que al final decidió un Congreso, específicamente su cámara senatorial, de mayoría opositora a la mandataria.

La destitución de Rousseff siguió a descubrimientos de hechos de corrupción del Partido del Trabajo (PT) que al frente de la coalición que gobernó Brasil en total 13 años, los primeros bajo la presidencia de Inacio Lula da Silva. Sí, en efecto, los hechos de corrupción se originaron en fondos ilegales de Odebrecht.

Aquí el papel protagónico fue del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la agrupación con mayor número de cargos políticos en Brasil y pilar de las coaliciones que le permitieron al PT, a Lula y luego a Rousseff, gobernar Brasil.

De esta agrupación es el actual mandatario Michel Temer, quien por la vía legislativa pudo llegar al poder tras el cese de Rousseff, lo que no le había sido posible a su partido por las urnas. Fue el retiro del PMDB de la coalición de gobierno lo que hizo avanzar la destitución de Rousseff y luego permitió el ascenso de Temer.

Ahora el emblemático Lula está a un paso de la cárcel, no se sabe si realmente por su participación en la corrupción, o como mecanismo de seguridad para evitar que regrese a gobernar a la nación sudamericana. Pero como se ve, la lucha contra la corrupción se vadiluyendo en esta complicada situación política.

En contraste, el cuestionado presidente filipino Rodrigo Duterte debido a su lucha contra las drogas, parece inamovible inclusive ante críticas de organismos internacionales, gracias a la alianza legislativa que le da una cómoda mayoría en las dos cámaras del legislativo filipino.

La corrupción no es ajena al archipiélago filipino, por el contrario, la percepción de los filipinos sobre esta práctica ha empeorado y en el último análisis de TI se ubicó en el lugar 111 luego de que en 2016 estuvo en el 101, es decir, una caída en un año de 10 posiciones, y lejos del lugar 85 al que llegó en 2014.

Parece, en consecuencia, que si bien la sociedad se encuentra harta de la corrupción en varios lugares del mundo, su combate solo prospera cuando coincide con rencillas políticas que vuelven al corrupto débil y se hace posible que caiga. Así, con este esquema, al menos acotar el problema se ve
imposible.

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