CSI hidalguense
 
Hace (59) meses
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¿Cuántas veces ha escuchado referencias a nuestro país con el término tercermundista?

Seguro que han sido infinidad de ocasiones y la mayoría en un tono de desprecio. Y es precisamente el presidente Trump quien retoma ese calificativo gandalla para un día sí y otro también y utiliza palabras ofensivas contra México y nuestros paisanos que a diario se rompen la madre para aportar riqueza a ese país.

Cada mañana, vía redes sociales, el presidente de los Estados Unidos nos echa en cara la superioridad de su pueblo.

Curiosamente una de las áreas de la que los gringos se sienten tan orgullosos, y que por eso nos hacen menos, es la tecnología, sobre todo en la investigación de casos en los que intervienen los especialistas en genética y forenses.

Pero ahora si nos la pelaron esos gringuitos ojetes, porque nuestros especialistas en genética resultaron ser la verdadera verdura, o sea unas chuchas cuereras, y resolvieron el caso de la identificación de los restos de las 53 personas calcinadas en la explosión del ducto de Pemex ocurrido el pasado 18 de enero en Tlahuelilpan.

Después del incendio donde murieron 135 personas, el Servicio Médico Forense trasladó a sus instalaciones los restos para iniciar el proceso de identificación.

Fue una labor titánica que requirió de la capacidad científica de los especialistas que pusieron en práctica sus conocimientos para aislar el material genético de cada uno de los restos hasta determinar el ADN y luego comparar los resultados con las muestras que proporcionaron los familiares que buscaban a sus hermanos, padres, hijos, esposos.

Estos hombres y mujeres, que pasan desapercibidos, trabajaron sin descanso con el fin de avanzar lo más rápido posible en la confronta de los resultados de los estudios de genética para lograr la identificación confiable e irrefutable de la identidad de cada uno de los restos.

Para quienes conocimos de cerca el trabajo de los genetistas, reconocemos que se trataba de una labor tan minuciosa y especializada que parecía un laboratorio de avanzada, como los más modernos de los países desarrollados, y el desempeño de los que ahí trabajan era, de todos, una chingonería, pues estaban preocupados por dar resultados a las familias que esperaban saber con certeza si era o no la persona que buscaban.

Así que después de 96 días de incertidumbre, desesperación y desconfianza, llegó la llamada a esas 53 familias que esperaban una respuesta.

Los especialistas en genética, que resultaron más chingones que los mismos del FBI, resolvieron el misterio y les confirmaron que ya tenían identificados a sus hijos, hermanos, padres, esposos y que, contra todas las voces escépticas y las descalificaciones por la tardanza, ahí estaban los resultados.

Que CSI ni que la fregada ¿No que éramos del tercer mundo? No porque nos vean prietitos nos crean pendejos, imagino que pensaban los especialistas de la procuraduría.

Y si bien la investigación continúa, la entrega de los 53 restos a sus familiares, en tiempo récord, es un logro para la procuraduría y el descanso de las personas que ya pueden velar a sus muertos.

Palabras más, palabras menos

Y así como fueron tan eficientes en este caso, los elementos de la procuraduría, así las familias que han padecido los robos a casa habitación esperan que las investigaciones sean exitosas, porque de plano los asaltantes están desatados y las familias totalmente desprotegidas ante estos rateros.

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