Desorden creciente en Sinaloa
 
Hace (84) meses
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Mario López Valdés, mejor conocido como Malova, gobernó Sinaloa del 1 de enero de 2011 al 31 de diciembre de 2016. Después de militar durante años en el PRI, renunció a ese partido y en marzo de 2010 aceptó ser candidato a la gubernatura de una alianza conformada por el PAN, PRD y Convergencia.

No sucedió gran cosa durante los seis años en que gobernó el violento estado y en las elecciones de 2016 los sinaloenses decidieron regresarle la gubernatura al PRI, dándole el triunfo a Quirino Ordaz Coppel, el candidato de este partido.

Desde que Ordaz asumió el cargo, el 1 de enero pasado, las cosas no han ido bien en Sinaloa. En enero se registraron 116 asesinatos, arriba de los 86 que hubo en el mismo mes del año pasado. En febrero se cometieron 120 asesinatos, muy por encima de los 92 que en promedio se registraron para ese mes durante los seis años previos.

Todo indica que ni el gobierno federal ni el de Sinaloa y menos los de los 18 municipios del estado han podido o sabido enfrentar la nueva ola de violencia que ahí se está dando.

Ayer ocurrió un suceso que muestra qué tan bajo ha caído el sistema penal sinaloense.

De la cárcel de Culiacán, pomposamente denominada Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito Culiacán, se escapó Juan José Esparragoza Monzón, el Negro, hijo de uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, José Esparragoza Moreno, el Azul, quien supuestamente es el operador financiero de dicha organización criminal.

De acuerdo con la información oficial, el Negro “escapó a medio día del penal, pero las autoridades activaron la alarma dos horas después, al percatarse que el reo no estaba en su celda”.

Este delincuente figura en la lista de los 122 criminales más buscados por el gobierno federal y fue capturado recientemente, el 19 de enero pasado.

Su fuga representa un duro golpe y una humillación para el gobierno federal y, sobre todo, para el de Quirino Ordaz en vista de que el Negro se escapó de una cárcel administrada por el gobierno sinaloense.

Soy mal pensado y me atrevo a suponer que en la fuga estuvieron coludidos empelados y autoridades de la cárcel y, tal vez, hasta funcionarios de mayor jerarquía.

También ayer se anunció que cuatro policías municipales de Culiacán participaron en el secuestro de ocho jóvenes a quienes luego entregaron a gatilleros de una banda criminal.

Sería esperar demasiado que en menos de tres meses el nuevo gobernador sinaloense resolviera parte del desastre que le heredó el simpático Malova. Sería ingenuo suponer que la corrupta policía municipal de la capital de estado mostrara alguna mejoría, pero podría esperarse que por lo menos hubiera un mejor control de las cárceles del estado, lo cual evidentemente no ha ocurrido.

Los sinaloenses regresaron al PRI al palacio de gobierno esperando resultados inmediatos. Si Ordaz no satisface sus expectativas y el desorden sigue aumentando en su estado, seguramente no votarán por el candidato priísta a la presidencia en las elecciones del año entrante.

 

 

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