Esta semana los reflectores del mundo se concentraron en la presencia de los jefes de Estado a la Asamblea General de las Naciones Unidas. No pudo pasar inadvertida la figura del presidente Trump y las risas que causó durante su intervención, los comentarios de Macron en torno a que estarían dispuestos a aceptar que Reino Unido regrese a la Comunidad Europea, así como el video en pleno vuelo del presidente de Venezuela, quien aseguró que asistía para mostrar al mundo que su país está de pie. Además de todas estas participaciones, en esta asamblea se llevó a cabo una reunión en seguimiento al compromiso de reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres.

A dicha reunión acudieron mandatarios, directores de empresas internacionales, líderes sindicales y sociedad civil. El objetivo es claro: reducir la brecha para el año 2030. Los compromisos establecidos en esta reunión fueron promover entre los países la implementación de leyes que prohíban remuneraciones diferenciadas, crear comisiones nacionales que monitoreen el cumplimiento del objetivo, así como lanzar campañas promocionales que resalten la importancia del pago igualitario entre hombres y mujeres. Por su parte las empresas acordaron revisar los procedimientos existentes para la promoción de puestos, generar buenas prácticas para garantizar un pago justo a todas las trabajadoras y trabajadores, así como implementar políticas para prohibir la discriminación basada en el género.

En nuestro país se ha hablado mucho del tema y se han tomado decisiones para lograr un mayor empoderamiento de las mujeres. Prueba de ello es la paridad histórica en la conformación de los congresos, cabildos, así como de presidencias municipales en el pasado proceso electoral; sin embargo, todavía no se ve un claro panorama que nos permita decir que en todos los ámbitos laborales se cumplan los objetivos planteados para el 2030. Datos del segundo semestre del presente año de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo nos muestran que en promedio por hora de sueldo a funcionarios y directivos de los sectores público, privado y social, los hombres obtienen $104.60 y las mujeres $89.45, con estos números podemos claramente darnos cuenta de nuestra realidad.

Por lo anterior tenemos que entender que abatir la desigualdad salarial repercute en eliminar la pobreza, incrementar la productividad y la competitividad, así como empoderar a la mujer, entre muchos otros beneficios. La calidad de vida de las familias depende de que se alcance este objetivo. No basta con discursos para resolver esta diferencia y no les corresponde únicamente a los gobiernos eliminar la brecha. Las empresas juegan un papel fundamental y, en este sentido, esperemos que como resultado de la reunión celebrada esta semana, más corporativos, así como sindicatos y organismos empresariales, adopten políticas para que en nuestro país podamos lograr llegar al 2030 con una equidad real en las remuneraciones de mujeres y hombres. Solo así podremos consolidar a nuestro país como la potencia que somos.