Transcurría el mes de febrero de 2009 y el panorama económico mundial no era muy halagador. En México ya se sentían los estragos de la crisis mundial. Muchas empresas comenzaron a despedir a sus empleados y a recortar substancialmente su producción. Muy en particular las grandes exportadoras a los Estados Unidos se vieron afectadas. Fue entonces cuando el Gobierno Federal puso en marcha un programa denominado Programa de Preservación del Empleo y que fue mejor conocido como Programa de Paros Técnicos. Las primeras empresas en verse beneficiadas con este programa fueron las armadoras. En el estado de Hidalgo, si bien en ese entonces se armaban autobuses, no se contaba con una empresa del tamaño de Volkswagen, Ford o General Motors. Muchos empresarios del sector textil y del vestido comenzaron a acercarse al Gobierno del Estado para pedir apoyos para este sector, ya que todo se lo estaban dando a las grandes armadoras del país. Recuerdo en una reunión comentarle a la subsecretaria Federal de Industria y Comercio, en ese entonces Lorenza Martínez, cuál era la razón por la cual a Hidalgo no nos tocaban tantos recursos para paros técnicos como a otras entidades. La respuesta fue contundente: Necesitamos apoyar principalmente a las armadoras de autos, por el impacto en la economía nacional. Salí de la reunión un poco molesto, ya que veía cómo en Hidalgo cerraban empresas y no había recursos para apoyarlas. Hoy, a nueve años de esta reunión, puedo decirles que la decisión fue acertada. En efecto, gran parte de la economía mexicana está sobre ruedas. En el 2017 nuestro país se consolidó como el séptimo productor de autos a nivel mundial. Este sector generó el año pasado poco más de 730 mil empleos y representa el 3 % de nuestro PIB. En los últimos años se han dado anuncios como nunca antes de la llegada de nuevas inversiones en este sector, como es el caso de Nissan, Audi, Volkswagen Toyota, BMW, entre otras. Afortunadamente la política del Gobierno Federal ha sido la correcta y han apoyado con todo a este sector, y más allá de esto, han consolidado clústeres económicos en torno al mismo. Al escuchar en reuniones al actual secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, da gusto saber que existe una estrategia bien trazada para éste y muchos otros sectores, de ahí la importancia de los trabajos que se han llevado a cabo en puertos como el de Tuxpan y el de Veracruz, para poder movilizar más vehículos, así como la culminación de la autopista que conecta a Tuxpan con el valle de México. 
Este sector será la piedra angular de la negociación con Estados Unidos en torno al Tratado de Libre Comercio. Por ello la insistencia del presidente Donald Trump de que las empresas vuelvan a invertir en su país y de ahí su visión para otorgarles incentivos directos y recientemente a través de su reforma fiscal. Lo que está en juego en el TLC y con datos obtenidos de International Trade Administration es nada más y nada menos que 40 mil millones de dólares en exportaciones de autos hacia ese país, así como 52 mil millones de dólares en autopartes. De ese tamaño es el mercado. En automóviles, y con datos obtenidos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz en 2017, les exportamos a nuestros vecinos 2 millones 335 mil 245 autos, convirtiéndonos en el principal cliente de los Estados Unidos, por encima de Japón y de Alemania. 
Este 2018 representa un gran reto para este sector, ya que por un lado tenemos la negociación del TLC y, por otro lado, la Asociación de Vendedores de Autos en EU, prevé un decremento en las ventas de automóviles nuevos, ello derivado del aumento en las tasas de interés. Asimismo, con la recién aprobada reforma fiscal, pareciera que los incentivos ayudarán a que el sector siga creciendo. 
Por todo lo anterior es muy válido decir que nuestro país está sobre ruedas, y si queremos conservar los empleos, así como los ingresos por estas exportaciones, tenemos que lograr un buen acuerdo en torno al TLC.