El domingo se anunció en el sitio de la Secretaría de Relaciones Exteriores que “las repúblicas de México, El Salvador, Guatemala y Honduras acordaron sentar las bases de entendimiento para construir un Plan de Desarrollo Integral, que impulsará el desarrollo y las oportunidades de la región, contribuyendo a la prevención del fenómeno migratorio y atacando sus causas estructurales simultáneamente”.
Suena muy bien el acuerdo que se anunció pero, si tomamos en cuenta los países que lo firmaron, se ve difícil que algo se logre en el corto plazo y, tal vez, en el mediano.
Veamos. Los cuatro países padecen niveles de corrupción similares, lo que impide que algo positivo pueda hacerse en ellos, pues quienes mandan en lo político y económico nunca han demostrado mayor preocupación por sacar a los pobres de su condición marginada.
De acuerdo con el Índice de la Percepción de la Corrupción 2017, elaborado por Transparencia Internacional, que analiza la situación de la corrupción en 183 países, México y Honduras aparecen empatados en la posición 135, mientras que Guatemala está ubicado en el 143 y El Salvador en el 112. O sea, son países muy corruptos.
En lo que atañe a la inseguridad que se vive en esos países, los datos muestran que sus gobiernos han fallado rotundamente. Las tasas de homicidio que registran son (por cada 100 mil habitantes) 82.84 en El Salvador, 56.52 en Honduras, 27.26 en Guatemala y 19.26 en México. Las de los dos primeros son las más altas en el planeta, la de Guatemala es la 15ª y la mexicana la 20ª.
Y si bien México es la 15ª economía mundial con un PIB nominal de casi 1.2 billones de dólares, los otros tres son economías minúsculas: Guatemala, la 67ª con un PIB de 75 mil 620 millones de dólares; el Salvador es la 101ª con un PIB de apenas 24 mil 805 millones de dólares, y Honduras, la 104ª con un PIB de 22 mil 979 millones de dólares.
En lo que al PIB nominal per cápita (PIBPC) refiere, los cuatro países no son potencia. México está en el lugar 69 con un PIBPC de solo 8 mil 903 dólares, Guatemala está en el 101 con un PIBPC de apenas 4 mil 471 dólares, El Salvador se ubica en el 112 con un PIBPC de 3 mil 899 dólares y Honduras en el 129 con un raquítico PIBPC de 2 mil 480 dólares.
Es evidente que sacar a México de su situación será difícil, pero para los otros tres países se ve casi imposible.
Alguien ha sugerido que Guatemala, El Salvador y Honduras requieren una inmensa ayuda internacional, pero ¿qué países quieren invertir el dinero de sus ciudadanos en tres repúblicas centroamericanas gobernadas por corruptos y en manos de plutócratas que se han encargado de arruinarlas y casi entregarlas a la delincuencia organizada? Las élites del poder político-económico-delincuencial que desde el 15 de septiembre de 1821 han controlado esos países, más bien ciudades-estado, ¿están dispuestas a que organismos internacionales diseñen y administren los programas de rescate que los saquen del agujero en que se encuentran?
Todo se lee muy bien en el papel firmado el domingo pasado por los gobiernos de México y las tres repúblicas centroamericanas. La realidad es otra: pavorosa.
Eduardo Ruiz-Healy
