El Pacto de Marrakech, ¿principio de una solución global?
 
Hace (63) meses
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Eduardo Ruiz-Healy

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La Organización de Naciones Unidas (ONU) reporta que el número de migrantes internacionales ha aumentado 49% desde 2000, que los migrantes representan el 3.4% de la población mundial y que una de cada 30 personas en el mundo es migrante.

El número de migrantes aumentó de 172.7 millones en 2000 a 258 millones en 2017. Entre 2000 y 2015 el número de refugiados creció de 15.9 millones a 21.3 millones. El número de migrantes como fracción de la población que reside en países de altos ingresos aumentó del 9.6% en 2000 al 14% en 2017. Y los números van en aumento.

El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU explica que “si bien, no existe una definición de migrante internacional, la mayoría de los expertos están de acuerdo en que un migrante internacional es alguien que cambia su país de residencia habitual, independientemente del motivo o estado legal. En general, se hace una distinción entre la migración temporal o de corta duración, que abarca movimientos con una duración de entre tres y 12 meses, y la migración permanente o de larga duración, en referencia a un cambio de país de residencia por una duración de un año o más”.

Dentro del grupo de migrantes están los refugiados que, de acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), “son personas que están fuera de su país de origen por motivos de temida persecución, conflicto, violencia generalizada u otras circunstancias que han perturbado gravemente el orden público y, como resultado, requieren protección internacional”.

En varios de los países que más migrantes han recibido durante los últimos años, han surgido movimientos que buscan no solo regular estrictamente su entrada sino hasta impedirla y, a veces, expulsar a la mayor cantidad de personas posible, regresándolas a sus lugares de origen o a cualquier país que los quiera recibir. Los gobiernos de varias naciones han caído en manos de populistas de extrema derecha que utilizan el temor que muchos les tienen a los migrantes para despertar y promover sentimientos nacionalistas, racistas y xenófobos. Al mismo tiempo, muchos partidos y políticos proinmigrantes se han debilitado, entre ellos, la canciller alemana Angela Merkel, que hace unos días dejó de ser la líder de su partido y anunció que se retirará en 2021.
Como casi todo, el fenómeno migratorio genera problemas, pero también oportunidades para las personas y los países.

Entre los beneficios: los migrantes gastan el 85% de sus ingresos en las comunidades en donde residen y envían solo el 15% a sus países de origen. En 2017 los migrantes enviaron unos 600 mil millones de dólares, monto que es tres veces mayor que todos los programas oficiales de asistencia.

Con el fin de enfrentar el fenómeno migratorio, la mayoría de los países miembros de la ONU, México incluido, ratificaron ayer en Marrakech (Marruecos) el Pacto Mundial de la Migración Segura, Ordenada y Regular.

Australia, Austria, Bulgaria, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Israel, Italia, Polonia y Suiza no lo ratificaron, aduciendo diversas razones, como la pérdida de soberanía nacional y que el documento no distingue entre migración legal e ilegal. Estados Unidos ni siquiera participó en la redacción de su texto.

La ONU explica que “el pacto global comprende 23 objetivos para gestionar mejor la migración a nivel local, nacional, regional y global. Tiene como objetivo mitigar los factores adversos y los factores estructurales que impiden que las personas construyan y mantengan medios de vida sostenibles en sus países de origen; tiene la intención de reducir los riesgos y las vulnerabilidades que enfrentan los migrantes en las diferentes etapas de la migración al respetar, proteger y cumplir sus derechos humanos y brindarles atención y asistencia; busca abordar las preocupaciones legítimas de los estados y las comunidades, al tiempo que reconoce que las sociedades están experimentando cambios demográficos, económicos, sociales y ambientales en diferentes escalas que pueden tener implicaciones y resultados de la migración; se esfuerza por crear condiciones propicias que permitan a todos los migrantes enriquecer nuestras sociedades a través de sus capacidades humanas, económicas y sociales, y así facilitar sus contribuciones al desarrollo sostenible a nivel local, nacional, regional y global”.

El Pacto de Marrakech, que no es vinculatorio ni obliga a sus firmantes a cumplirlo al pie de la letra, ¿será el principio de una solución global al fenómeno migratorio o, como muchas otras iniciativas de la ONU, un instrumento inútil? El tiempo nos lo dirá.

Eduardo Ruiz-Healy

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