En 1949, murieron 55 ahogados en lodo en Pachuca
 
Hace (93) meses
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La inundación del 24 de junio de 1949, una de las grandes tragedias que ha padecido la ciudad de Pachuca, fue de consecuencias previsibles: no fue desazolvado el río de las Avenidas durante decenas de años, lo que provocó el taponamiento que finalmente dispersó enorme torrente de aguas lodosas sobre las calles de la ciudad.
El alud lodoso de gran magnitud atrapó y arrastró a decenas de personas, aprisionadas en esa marea, sin que pudieran nadar ni mover brazos ni piernas. En pocos segundos murieron ahogadas más de 50 personas.
Cada año-y en este se cumplen 67 de la tragedia—se rememoran datos o detalles de la inundación del 24 de junio. Enseguida incluyo algunos trozos de escritos anteriores:

Un fugaz diluvio dejó 55 muertos en 1949
El 24 de junio de 1949 llovió copiosamente sobre la ciudad y en los cerros de la Sierra de Pachuca, después de las cinco de la tarde, durante más de 30 minutos. Al cesar el aguacero, la gente comenzó a caminar habitualmente por las calles del centro, cuando de pronto irrumpió el enorme caudal que provenía del río de las Avenidas, que se precipitó por las calles Zaragoza, Venustiano Carranza y siguió vertiginosamente por las de Hidalgo, llevándose todo a su mortal paso: personas, puestos semifijos, coches y mercancías de todo tipo.
En menos de 15 minutos la fatalidad se enseñoreó en la ciudad capital a consecuencia –según se decía– de una tromba abatida entre los cerros del noreste, en la Sierra de Pachuca.

Una versión diferente
Una versión lógica es que las aguas rodaron por las cañadas de Texinca y Rosario y en esta última se formó una represa cerca de la mina-terrero Milanesa, debido a que desde hacía tiempo se arrojaron en la garganta minerales de baja ley, cuartones, pedazos de rieles y basura.
La represa acumuló gran cantidad de líquido hasta que no soportó la presión y se abrió, dando cauce al gigantesco torrente, que se fue cañada abajo, brincó la carretera Pachuca- Real del Monte y anegó completamente la zona donde se inicia el río de las Avenidas, por donde corrió hasta chocar con un tapón formado, debajo del mercado Benito Juárez, con ramas de árboles, piedras, granizo y lodo.
Al romperse la represa superficial del terrero Milanesa, las aguas aumentaron considerablemente debido a que los torrentes seguían bajando de las cañadas que recibieron la inusitada precipitación de la llamada tromba. Al llegar al tapón del mercado golpearon una y otra vez, y la fuerza incontenible derribó la barda oriental del Ensaye de la Compañía Real del Monte y Pachuca, situado en Venustiano Carranza, a un lado de la Presidencia Municipal, así como la pared norte, trasera del mercado Benito Juárez—hoy Hidalgo. El gran caudal salió por las puertas laterales y arrasó los puestos de La Cuchilla, plazuela adjunta al citado mercado.

Las distintas versiones
Con el paso de los años fueron divulgadas distintas versiones acerca de la inundación del 24 de junio, la mayor de las veces recurriendo a que la tromba había caído en Pachuca y no en los cerros aledaños.
Asimismo, sobre el número de personas fallecidas, algunos autores han dado datos desproporcionados. El cronista del estado de Hidalgo, Juan Manuel Menes Llaguno, dice en su monografía de Pachuca que los muertos fueron más de 60. Arturo Herrera Cabañas, en el libro La Plaza Independencia, anota que “más de cien muertos”; en tanto Nicolás Soto Oliver, en la obra Pachuca, ciudad con sed afirma que fueron 55 los cadáveres ingresados al anfiteatro del Hospital Civil: 28 del sexo masculino y 27 del femenino, algunos de ellos niños. En su mayoría los alcanzó el caudal en La Cuchilla, en las calles de Hidalgo, primera de Allende y en la barandilla de la Inspección de Policía; donde varios individuos estaban encerrados en las galeras, a quienes el torrente mató.
En las calles no quedaron heridos, sólo muertos.

El hombre ha preparado las tragedias
En un documento publicado en 1962 por la dirección general de Conservación del Suelo y Agua, de la entonces Secretaría de Agricultura y Ganadería, se escribió respecto al tema:
“La reciente tragedia que se abatió sobre la ciudad de Pachuca es un ejemplo que conviene detenernos a considerar, porque muestra cómo el hombre, alterando las condiciones naturales de su ambiente, va preparando el escenario de las tragedias que lo acongojan.
“Como todos recordamos, una tromba de agua, de intensidad inigualable, se abatió sobre el anfiteatro de cerros—Sierra de Pachuca– que rodean a la población minera, y después de descargar sobre ellos la avalancha acuosa, siguiendo la ley inexorable de la gravedad, buscó los niveles más bajos, descendió rugiente sobre la aterrada ciudad, trató de usar el cauce, un tanto (mucho) azolvado y peligrosamente encajonado del río Avenidas y cuando este resultó estrecho, saltó impetuosa derribando cuanto se encontraba al paso.”

El lodo, la causa principal
Las informaciones y las gráficas publicadas en esa época por la prensa, dieron a conocer que el agua tumultuosa fue causa indudable de la destrucción, porque el lodo pastoso, aglutinante y con peso de toneladas, fue el factor principal que contribuyó a formar represas para detener el líquido elemento, y dificultó el movimiento de las víctimas, aprisionadas en ese río viscoso.
¿De qué estaba formado ese lodo?, ¿de dónde venía?, ¿a dónde fue a parar? La respuesta es sencilla: el lodo de que hablamos, como todos los semejantes que acarrean y depositan las inundaciones, no era otra cosa sino la capa superficial de tierra de los cerros, arrastrada por las aguas, como sucede en cada ciclo lluvioso.

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