El futbol y las elecciones son iguales. En ambos lo único que importa es el dinero, aunque se niegue, aunque se diga todo lo contrario. Ambos son dos espectáculos de masas y para las masas y en ambos sus protagonistas, como Alfredo del Mazo, creen que son el futuro de México.
Sin embargo, aunque el futbol parezca más importante que la política, las elecciones si son importantes siempre que el pueblo las haga parte de su vida.
En el futbol los triunfos y los fracasos no tienen mayores repercusiones, aunque muchos fanáticos lo crean, y sufran y lloren o, peor aún, dañen a otros en su afán de conseguir una victoria. En las elecciones las repercusiones son ciertas; el triunfo o el fracaso de un candidato pueden dañar las vidas de muchos, de quienes creen que no importan, que al fin y al cabo todo seguirá igual.
En el futbol sus protagonistas son los menos fanáticos; en las elecciones, son los fanáticos los protagonistas, los únicos que buscan los beneficios.
Ayer, fue la final del futbol mexicano. Millones de familias se postraron frente a la televisión para mirar al Guadalajara lograr un campeonato. El próximo domingo estados como México, Coahuila, Nayarit y Veracruz elegirán gobernador, diputados locales y alcaldes y regidores. Si el fanatismo social alcanzara al del futbol y sus finales, tal vez este 4 de julio más de 60 por ciento de los posibles votantes lleguen a las urnas.
Si para algunos el fubol es lo más importante de lo menos importante; las elecciones son para otros lo menos importante de lo más importante, quien o quienes trabajarán por el futuro de este país.