La llegada, hace un año, de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México no sólo vino a romper paradigmas, sino también abrió distintos frentes ideológicos y de conducta que permite a cada mexicano colocarse en donde le corresponde.

Al romperse muchos de los candados de obediencia implantados por costumbre o conveniencia del sistema político mexicano, será el libre albedrío de cada quien la respuesta en estos tiempos de transición.

Son tiempos de definiciones y lo cierto es que nadie podrá nadar de a muertito, la circunstancia obliga definiciones personales, gremiales y hasta de credo. Los tiempos nos han alcanzado.

A nivel local, vemos un gobernante empecinado en caerle bien al presidente López Obrador, más como un acto reflejo de su naturaleza política, que por convicción o inclinación democrática. Esto no obsta para que en sus horas libres acaricie las viejas costumbres del régimen abolido hace un año en las urnas.

Por consiguiente y sin mucho tino, sus colaboradores carentes en su mayoría de una ideología política, buscar mantener a flote el barco en donde llegaron sin importar pasar por encima de la propia sociedad a quien todos los días invocan en actos costumbristas priistas que los dejó 90 años en el poder.

Esa clase política que no escucha y muestra su displicencia deberán entender también que su utilidad pública concluye en menos de tres años y por supuesto, deberán dibujar su camino con la actualidad del país, porque de otra manera desaparecerán del mapa y sabremos de ellos solo cuando sean llamados por algún fiscal para que respondan por sus malas cuentas.

Algunos “visionarios” ya se desprendieron de la ubre gubernamental, y bajo un sello comprado como sociedad civil organizada, tratan de sorprender la buena fe pública, sin que ello garantice que en sus venas corra sangre democrática o renovada. Ese cuento nadie se lo traga y muchos menos si se presentan como un producto renovado, cuando sólo de trata del reciclado de lo mismo.

La cercanía de las elecciones municipales obligará a muchos tomar bandera. Algunos mediante publicidad pagada en redes sociales y en la prensa escrita, se autoproclaman candidatos de Morena por Pachuca. Lo que no sabe Canek Vázquez es que todos saben de qué está hecho y difícilmente podría ser votado por los morenistas.

Algo parecido les sucederá a personajes de tan lastimoso pasado como Ricardo Crespo, José Luis Lima Morales, entre muchos otros trásfugas del tricolor que ahora prometen algo que nunca podrán hacer, justo por su propia naturaleza.

Todos los priistas, panistas y perredistas resentidos, tendrán en estos momentos que definir quiénes son, para ubicarse justo en donde deben estar, sin fingir, porque ya nadie garantiza una candidatura o un triunfo como fue en antaño.

Y esta evolución del sistema político, no se constriñe a la vida pública, sino también a la privada, porque es tiempo de colocarse a donde cada quien pertenece. La posibilidad de hacer la denuncia de un funcionario corrupto tiene muchas más posibilidades de fructificar que antes, entonces, nadie tiene el pretexto de que “así son las cosas”.

La posibilidad de regresar a la honestidad en todos los ámbitos, está abierta, ahora resta saber cuál es nuestra naturaleza. Tal vez acusábamos corrupción cuando no nos tocaba; callábamos cuando nos convenía; omitíamos para congraciarnos; pedíamos libertad, pero no soltábamos la cadena; nos rendíamos cuando todos se habían ido.

La disyuntiva de hacer avanzar esta nación y obligar a la autoridad a cumplir lo mandatado en las urnas, también es obligación de todos los mexicanos.

NIMIEDADES: Parte de los proyectos en torno a un aeropuerto en Tizayuca, finalmente serán utilizados según algunas versiones recogidas, pero en esta ocasión será por particulares quienes articulan un plan de negocios que nada tendrá que ver con el gobierno.