La carrera por los ayuntamientos
 
Hace (56) meses
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No hay decisión sobre elecciones en Hidalgo y Coahuila: Salud
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En las semanas por venir veremos de todo en asuntos electorales: mientras en el Congreso local se discute una reforma electoral que no parece terminar nunca, empezando por adelantar o no los comicios de 2020, cuando se renovarán los ayuntamientos, hasta saber si el próximo periodo del Ejecutivo estatal durará dos o cinco años.

A esto debemos añadir que los partidos estatales se convertirán en una válvula de salida para partidos con múltiples aspirantes a una sola candidatura, así como locales o nacionales hambrientos de llenar sus filas con trásfugas de organizaciones políticas donde no encontraron eco a sus ambiciones.

Desde ya, comienzan a filtrarse sondeos, unos más profesionales que otros, en los que casi siempre “el que paga, gana”; tendremos también un incremento de la cosecha de “chayotes informativos”, para que diversos medios hablarán, entrevistarán y darán más espacios a algunos interesados en posicionarse y con ánimos de invertir.

Los demás, marginalmente, se tendrán que conformar con sus propias redes sociales, con un poco de eco entre amigos, esperanzados en que un grito en solitario pueda alcanzar repercusiones necesarias para llegar al corazón del electorado. Ya vemos desde ahora a muchos “benefactores” de barrios y comunidades, dadores de apoyos “desinteresados”, promotores de apoyos que pueden venir de algún sector de los gobiernos municipal, estatal o federal, siempre acorde con los colores partidistas del interesado en promoverse, posicionarse e irse ganando en lugar en las preferencias por venir.

Estas carreras incluyen disputas internas, golpes bajos, acusaciones, filtraciones mediáticas, así como mentiras que debiliten al otro, al de enfrente. Como siempre, los opositores del poder –como ya dijimos, dependiendo de a quien combatan— hablarán de elecciones históricas, de procesos inéditos, de oportunidades nunca antes vistas para alcanzar un triunfo histórico –el propio siempre es histórico— que marcará un antes y un después en la vida del municipio en cuestión.Así arrancan estos procesos, que pueden abrigar esperanzas, pero también serán nidos de desencantos cuando quienes podrían ser los candidatos ideales no logren su oportunidad o sean relegados por un sistema que favorece la partidocracia y solo limita, con posibilidades testimoniales, a los candidatos independientes.

A este proceso por venir habrá que añadirle el contexto nacional, donde la fuerza de Morena es proporcionalmente igual a su capacidad de disgregarse, pelear, disputarse parcelitas de poder, reeditando dos defectuosos ejemplos partidistas: el priismo setentero y la tribalización perredista; estos ingredientes tendrán sin dudas fuertes repercusiones en los procesos del partido del presidente, que en el pasado proceso electoral arrasó en toda la entidad, resultado que esperan se repita en 2020.

Qué pasará cuando los dedazos del priismo primitivo se enfrenten con las tribus morenistas que en aras de la democracia interna exclamen que esta solo es válida si gana sólo quien reclama, lo que es un problema cuando reclamen una decena o docena, o veintena. Esto sin contar que en el PRI muchos juegan dentro esperando ser lo suficientemente atractivos y activos para brincar al morenismo, partido donde se sienten ideológicamente más cómodos, lo que sin duda generará más dudas, disputas y deserciones que, como iniciábamos esta colaboración, nutrirán a más de los nuevos o reciclados minipartidos.

Y esta carrerita, apenas empieza…

 

De los escritos del filoso Fito

David Pastor Vico señala, en su nueva obra, que un título no quita lo pendejo, y sin duda son pocas cosas que lo quitan. En realidad, cuando se es pendejo ni una licenciatura, maestría, doctorado o posgrado alguno lo quitarán. Verdad, sin embargo, es que lo mejor de un título ocurre cuando la persona que lo porta le da renombre, gracias a su conocimiento, capacidad y bagaje cultural.

Cuando caemos en una cultura de titulitis, cuando el papelito hace las veces del conde, duque, caballero, duquesa, marqués o marquesa, lo peor pasa cuando se convierte en un barniz que intenta disfrazar la pequeñez de quien lo presume.

Así que me parece importante que iniciativas como la del fundador de Microsoft, Bill Gates, impulsa en los Estados Unidos que las empresas y el gobierno empleen a personas con capacidades, experiencia y conocimiento para desempeñarse laboralmente con excelencia, más allá de lo que un papelito, que no quita lo pendejo, pueda señalar.

Mientras tanto en México queremos cerrarle la puerta esas gentes, cayendo en un fascismo laboral y burocrático, con leyes que quieren exigir un papelito antes que conocimiento y pericia, como si de mucho nos sirvieran o nos sirvan legiones de analfabetas funcionales que se regodean en ser llamados “licenciado”, “ingeniero”, “maestro” o “doctor”, pero no se cansan de exhibir su estulticia y sus temores y limitaciones pensando que ese papel que debería ser el inicio de su trayectoria, se ha convertido en una paupérrima definición de su vacuidad.

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