La cartilla moral del presidente inmoral
 
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Moral, del latín mos, moris, significa costumbre en su sentido etimológico y más primario, por lo cual, una Cartilla Moral, como la que ahora distribuye la cuarta deformación del gobierno federal, debería ser en estricto sentido un libelo enfocado a promover las buenas costumbres. Sin embargo, el texto de Alfonso Reyes muestra una visión que contrasta grandemente con los valores de la cuarta transformación y un gobierno presuntamente de izquierda.

Honestidad, transparencia, austeridad, son entre otros los valores que el presidente López Obrador dice sostener y practicar y que, además por su puro voluntarismo, se desparraman y caen sobre toda la estructura gubernamental para crear un Estado que no es corrupto, donde no hay nepotismo, ni conflictos de interés, ni malos manejos, ni turbiedades ni ineficiencias. Tristemente para él, para los suyos, para quienes votaron por él hace poco más de un año, y en general para los mexicanos esto no ha sido así; lo ocurrido en los primeros siete meses de gestión, escándalos que incluyen acusaciones, deserciones, confusiones y filtraciones mediáticas que es ocioso recapitular aquí, desmienten por todo lo alto el voluntarismo presidencial.

Entiendo la molestia de muchos de mis queridos amigos pro AMLO cuando este espacio se refiere al presidente como el Mesías tropical, pero no puedo sustraerme a entenderlo así cuando él mismo se viste de mesianismo al señalarse como el eje de una cuarta transformación histórica a la que está llamado a realizar, casi, por mandato divino; cuando es capaz de renegar de los datos duros de una economía estancada y con altas posibilidades recesivas o de una terrible e inédita escalada de violencia en todo el país, pero que las peores crisis de inseguridad del peñismo, y pueda contradecir a las cifras oficiales de un gobierno que él preside, con un chabacano “yo tengo otros datos”, que no sabemos de dónde salen.

Entonces, en ese contexto mesiánico que lo distingue, imagino que su necedad de vivir en Palacio Nacional radica en que allí debe haber una suerte de Tabor –el monte donde Dios dio a Moisés las tablas de los mandamientos— donde la divinidad le dice: “Andrés, nada creas de lo que las cifras oficiales dicen, he aquí los verdaderos y divinos datos” y entonces, en tablas o papiros, o en mexicanísimo papel amate, se le revelan y entregan “los otros datos”.

Volviendo a la cartilla moral, que ha sido bien recibida por las iglesias evangélicas y no tan bien por la mayoritaria católica, dicho libelo señala la moral como la búsqueda del bien. Si nos ponemos estrictos, filosóficamente hablando, la Ética Nicomáquea, del buen Aristóteles, señala que la noción del bien, la virtud y la felicidad provienen de una noción preconcebida en la psique humana –a la que el pensamiento judoecristiano, entre otros llamará alma— sobre la perfección, que en realidad se relacionan con la divinidad.

Por eso el aristotelismo es la base para la filosofía de Tomás de Aquino, santo y doctor de la Iglesia Católica, mejor conocida como la filosofía escolástica, y de allí que los conceptos de la Cartilla moral, reeditada, revisada y promovida por la cuarta deformación contradigan en el fondo un gobierno que dice ser de izquierda progresista, antififí y anti conservador.

La cartilla de marras da por sentido entonces que existe en el ser humano cuerpo y alma, y por ello una superioridad del hombre sobre los animales, lo que contradice el progresismo ideológico de los animalistas que están por los derechos de los animales, así como la erradicación de su explotación, sometimiento, exhibición y el maltrato.

Además, en la concepción de Alfonso Reyes hay una muy griega dicotomía entre el cuerpo y el alma, es decir, que en el ser humano hay una doble naturaleza, animal y espiritual, donde el alma –y cita el ejemplo platónico del el Cochero y los dos caballos— debe someter la naturaleza animal o bestial del cuerpo.

Esta dicotomía entre la naturaleza del bien y del mal, y esta visión de la animalidad humana en el hombre solo dominada por su espiritualidad, sin duda, refleja el maniqueísmo lopezobradorista del pueblo bueno contra el pueblo malo, los fifís contra los chairos, los de arriba contra los de abajo, los neoliberales contra un indefinido “nosotros” donde se incluye con los suyos.

Esta Cartilla Moral va en contra del divorcio, defiende de manera tácita la familia tradicional y entonces ataca, también de manera tácita y latente la tolerancia, la diversidad, el ateísmo, el derecho a pensar, creer, preferir, decidir, opinar y vivir de manera distinta a la conveniencia social, porque el bien, según la concepción de esta cartilla, tiende a la normalidad social, porque el bien personal debe armonizarse con el bien del Estado, lo que incluye un dardo envenenado de totalitarismo, también tácito.

Por eso el presidente López Obrador es inmoral porque, aunque dice promover la honestidad, la transparencia, la austeridad, promueve un maniqueísmo que divide, contradice a sus propios seguidores, apoya principios contrarios a los que en voz alta apoya y, sobre todo, sigue basando su estrategia en la división de la sociedad, en una lucha de buenos contra malos, de “ellos contra nosotros”, envenenando la unidad nacional y tratando de imponer por la fuerza su agenda, una agenda además que solo él conoce y que desvela de a poco para no desencantar y no perder a quienes siguen creyendo en sus mentiras.

Porque, no lo olvidemos, el siguiente paso es la pretendida Constitución Moral, donde no sólo nos invitarán a leer los principios moralistas de los años cincuenta del siglo XX, sino que se pretenderá imponernos credos, valores y principios a modo, como si la Constitución Política no fuera suficiente.

DE LOS ESCRITOS DE… EL PAÍS DE REVÉS
Pues, el texto de esta columneja ha sido enteramente del Filoso Fito, quien, molesto, me reclamó hace una semana que su breviario incluido al calce de este País de revés no apareció, por lo cual, y ante la imposibilidad de corregir el error, le dejé tomar todo el espacio de esta semana. De allí el tinte muy filosófico y crítico de la colaboración de hoy.
Esperemos que, ya regularizado el asunto, el buen Fito retome su espacio y este tecleador del enrevesado país, el propio.
Así, he de despedirme no sin antes señalar que, a la manera del buen Filoso, el tiempo y las semanas van poniendo a cada cual en su lugar, las falacias se caen, las oscuridades se disipan, los rumores se acallan y el tiempo permite que la verdad se exhiba como es. Ni estrategias ni salidas dignas ni verdades a medias, cuando una taza se rompe, pues cada cual a su casa.
Un abrazo a la cuatitud.

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