La ineficaz política social del gobierno federal
 
Hace (56) meses
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Poder conservador (INE) vs Alteza Serenísima (AMLO)
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Muchos amigos, tirios y troyanos, señalaban una simpatía política de este tecleador, con el PAN y la alianza que postuló a Ricardo Anaya, el año pasado, a la presidencia de la república.
Desmiento alguna filiación panista o político-partidista, como me he cansado de hacerlo, pero reconozco que la propuesta de Anaya en lo general me parecía bastante mejor articulada que esto que hoy debemos sufrir con un presidente inepto al que espera se le festeje por un 0.1 por ciento de crecimiento del PIB cuando nos prometió y apostó a que tendremos uno superior al dos por ciento. En números fríos significa que prometió dos pesos más de cada cien, y pretende que lo festejemos por 10 centavos, es decir veinte veces menos que lo prometido, apostado y asegurado.
También escuchamos por más de doce años criticar el sistema asistencialista de lo que fue Solidaridad, Progresa, Progresa y todos sus demás nombres, que desde el salinato se usó, por priistas y panistas, para alinear y operar la asistencia social, mismo que devino en un proceso paternalista de uso electorero que mantenía bajo control a los pobres, siempre con la amenaza galopante de retirar los apoyos si el partido en el poder no mantenía el control.
Pese a ello, conforme el programa se fue afinando, mejorando y se le fueron añadiendo controles y candados, se mantuvo a los pobres en ese estado, pero disminuyó el control electorero de dicho programa, y amén de las raterías y corruptelas asociadas a Sin Hambre y Prospera –con todo y Chayito Robles incluida— una gran parte, una inmensa mayoría de los beneficiarios de eso programas votaron por López Obrador, pensando que de verdad estarían mejor con ya sabemos quién.
Sin embargo, no hubo, no ha habido resultados al respecto. Los controles para inhibir el uso discrecional de los programas desparecieron, lo mismo que los apoyos, cuya entrega que se basa en los resultados de una encuesta realizada por unos presuntos siervos de la nación pejiana y resulta que ya no le llegan a quienes los recibían, pero eso sí, ya hay estructuras que no sabemos si corresponden al Gobierno o a Morena, que habrán de manejar, o ya manejan esos recursos con miras a procesos electorales donde los apoyos funcionarán en la medida que se capitalicen votos y simpatías en las urnas. Es decir que estamos regresando a las políticas del priismo setentero que tanto dañaron al país pero que tanto añora el señor presidente.
¿Por qué simpatizaba con algunas propuestas de Ricardo Anaya y sus aliados? Les aseguro que nunca por su impoluta trayectoria, suya o de los Chuchos perredistas o Dante Delgado, no. Me parecía muy válida la promesa de meter a la cárcel a los defraudadores y desfalcadores de la hacienda pública, comenzando por Peña Nieto; hoy López Obrador sale una y otra vez a decir que no hay procesos contra Peña Nieto ni Rosario Robles, pero eso sí, los procesos contra el ex gobernador veracruzano, Javidú –con quien señalaron vínculos de desvío de recursos para favorecer a Morena en Veracruz— se van desvaneciendo y cayendo.
Además de dicho compromiso, me pareció acertada la propuesta de la Renta Básica Universal que, en este espacio y en el canal de Youtube reiteradamente abordamos, puesto que ese apoyo universal acabaría con la burocratización de la política social, con el asistencialismo y sobre todo con el uso de estos apoyos con fines electoreros.
Algunos me dirán que las becas de Jóvenes Construyendo el Futuro son así, pero no, porque son dirigidos a un segmento específico, en el que tienen esperanza de construir su base social partidista; no porque los mismos empleadores ahora restringen las contrataciones a menores de treinta años e inscriben a sus empleados nuevos al programa de marras, horrándose muchos miles de pesos en sueldos y al mismo tiempo afectando a miles de personas que ahora se ven discriminadas y desplazadas por los beneficiarios de la transformación de cuarta.
Muchas madres solteras, estudiantes, e incluso adultos mayores que aspiraban a entrar al programa 65 y Más –porque el señor presidente subió tres años más el requisito para recibir el apoyo—, se han visto desplazados, despojados de sus apoyos y con una situación más precaria desde el primero de diciembre del año pasado.
La Renta Básica Universal tiene esa virtud, no discrimina, sólo es para los ciudadanos, sin requisitos de pobreza, de edad, de escolaridad, de promedios, de situación o estado civil, de empleo o desempleo; la RBU es un derecho social, debería ser una obligación del estado, de un estado incapaz de generar condiciones de mejor distribución de la riqueza, para que todas las personas cuenten con un ingreso mínimo suficiente para vivir con dignidad.
Y las consecuencias de esta política pública serían infinitamente mejores que lo que ocurre con el país, pues no habría deportistas de excelencia quejándose porque un “nini” recibe más apoyos que él pues una cosa sería esta política social y otra los estímulos deportivos de alto rendimiento; no tendríamos a jóvenes con educación universitaria teniendo que emplearse de meseros, obreros, vendedores o lo que caiga, sino jóvenes con un ingreso que les permitiría buscar el autoempleo o esperar una oportunidad de desarrollarse nesu área de estudio y especialización, de manera que fuesen productivos y disfrutaran su vida laboral.
La RBU fomentaría el ahorro interno, las iniciativas altruistas, incentivaría el mercado interno, sería un significativo apoyo para los que no tienen recursos y un complemento para quienes lo tengan y, por su carácter universal, no podría controlarlo ningún partido, ningún grupo de interés político, y sus beneficiarios, es decir todos los mexicanos, no podríamos ser rehenes de Morena, o del PRI, o el PAN o de nadie más.
Presidente, ¿es tan difícil entender eso? Redistribuir la riqueza, fomentar un impulso a la economía, hacer posible la justicia social, una política redistributiva, debería empezar por eso, porque todos tengan un ingreso mínimo indispensable para vivir mejor, para tener con que vivir o con qué complementar su ingreso. Así nos olvidamos de prospera y de los jóvenes construyendo el futuro. Y si tiene programas forestales, los impulsa, con un fin verdaderamente ecológico, no electorero; y entonces los deportistas y los alumnos de excelencia podrían ser premiados por su esfuerzo, y no diluir apoyos al por mayor para tener una mayor base simpatizante que le garantice votos; señor López Obrador, usted ya ganó la presidencia de la república, por favor deje de jugar a las vencidas con todo mundo en sus mañaneras, y póngase a trabajar.

DE LOS ESCRITOS DEL FILOSO FITO
Vuelvo al fondo de esta columneja y aprovecho para señalar que la represión siempre será signo de intolerancia, sea de izquierda, de derecha, de centro o de la geográfica ideología que lo pretenda.
Hoy, que vivimos en una blandengue cultura de la superficial corrección política cuando nadie hace nada para erradicar de manera eficaz el racismo, la pobreza, la homofobia, la violencia de género, los fanatismos religiosos o ideológicos, legalizar la intolerancia criminalizando la libertad de manifestarse, como en Tabasco, tierra del prócer mesiánico tropical, o en las veladas amenazas contra la libertad de expresión, en la dicharachera “mañanera”, pinta de cuerpo entero lo que nos espera en México.

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