La Monstruo de Ecatepec: una historia para temblar
 
Hace (53) meses
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Hace un año, las declaraciones de Patricia Martínez sacudieron a México. Ella había conocido en el bar en el que trabajaba como prostituta a Juan Carlos Hernández, hoy conocido como el Monstruo de Ecatepec. Después de salir algunas veces, decidieron irse a vivir a un cuarto de vecindad ubicado en ese municipio mexiquense.

Ella ignoraba que Juan Carlos mataba mujeres desde los 18 años. Se enteró de manera brutal: un día él pegó un anuncio en el que solicitaba una empleada doméstica. Patricia relató después que era una estratagema para “jalar” y violar a las muchachas que le gustaran.

Hace siete años, una empleada doméstica tocó la puerta. Juan Carlos fingió contratarla y la envió al baño “a sacar la ropa sucia”. La violó y la degolló. Al ver aquello, Patricia amenazó con denunciarlo. Él la convenció de que si lo hacía ambos terminarían en prisión. Luego, él le cortó a la víctima “un cacho de carne de la pierna derecha”.

“De ese trozo sacamos cuatro bisteces, y yo hice carne asada y comimos de ahí”, relató Patricia.

Iniciaba de esa forma la peor historia de horror. Por lo menos diez mujeres fueron atraídas con un solo fin: tener sexo con ellas —consensuado o por la fuerza—, antes de llegar al centro del “ritual”: degollarlas, “partirlas a la mitad”, “filetearlas” y comérselas, “para limpiar de mal al mundo”.

Las denuncias de un grupo de madres, cuyas hijas desaparecieron en Jardines de Morelos, colocaron a la pareja en el radar de la policía del Edomex.

Los Monstruos de Ecatepec fueron detenidos en octubre de 2018, mientras fingían llevar un bebé dentro de una carriola. Lo que llevaban, en realidad, era un torso humano. Ambos acaban de ser condenados a 327 años de prisión.

Según el perfil psicológico que le practicaron en el penal, Patricia fue violada por un familiar a los seis años. Su infancia transcurrió entre personas que abusaron de ella sexual y psicológicamente. A los 38 años, recordar esos momentos le sigue generando “gran enojo”. El temor al rechazo la inclina al sometimiento, se lee en el dictamen.

Patricia relató que se había enamorado de Juan Carlos porque este nunca le pegó, y porque era cariñoso con sus hijos. A fin de complacerlo, accedió a realizar todo lo que él deseaba.

Patricia confesó que sintió “placer de matar” desde la primera vez. Ese placer se fue incrementando víctima a víctima. Juan Carlos le había encomendado atraer mujeres jóvenes. Entablaba amistad con ellas y buscaba la forma de llevarlas a su domicilio. Le dijo luego a los peritos que jamás había sentido culpa. Esas mujeres querían acostarse con su esposo y merecían morir. Estaban dispuestas a traicionar la amistad.

De acuerdo con el estudio, Patricia Hernández siempre se ha sentido inferior a los demás. Solo Juan Carlos la hizo sentir importante. Por eso se “tenía que mover” en busca de dinero y de víctimas: para “ganar el amor de él”.

Su pronóstico es desfavorable. No se muestra dispuesta a cambiar. En el momento en que se realizó el dictamen, tenía la esperanza de salir, porque creía que estaba acusada “solo de cómplice”.

Sigue creyendo que La Santa Muerte va a perdonarla.

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