La parroquia de la Asunción
 
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La licencia otorgada por el virrey Marcos de Torres y Rueda el 6 de mayo de 1649 y ratificada por el arzobispo Juan Mañozca y Zamora para la realización de la Feria de la Virgen de Asunción Patrona de Pachuca no señaló término para su realización, pero dejó de realizarse a finales del siglo 18, cuando ya el templo estaba concluido y su ornamentación barroca, enteramente terminada.
El atrio del templo, al finalizar el siglo 18, era realmente extenso, pues abarcaba desde los muros y contrafuertes del edificio de la Caja Real –Las Cajas– hasta su límite con la Plaza Real –hoy de la Constitución– y por el frente hasta la rivera del río Pachuca –actualmente de Las Avenidas–, de modo que la fachada principal lucía majestuosa, a pesar de su sencillez. Como el ingreso de los fieles radicados al poniente de la población se realizaba con dificultad, a través de un reducido y endeble puente de madera, según las crónicas de la época, el párroco Mariano Iturría inició gestiones para construir otro de piedra, más maciso, amplio y seguro que el existía entonces.
La solicitud del padre Iturría se dirigió al virrey Martín de Mayorga, mediante escrito de fecha 21 de agosto de 1782, suscrito también por el subdelegado (antes alcalde mayor) don José de Jesús Belmar. Recibida la aprobación, ambas autoridades, la eclesiástica y la civil, se dieron a la tarea de conseguir fondos suficientes para la construcción, iniciada ese mismo año, para lo cual se contrataron los servicios del maestro alarife Casimiro Izaguirre. Un año, aproximadamente, duraron los trabajos de su fábrica, cuyo costo fue de 700, de aquellos pesos, inaugurándose en medio de un gran “sarao” o fiesta popular, realizada en la Plaza Real. Para la edificación de este puente, llamado de Gallo, se utilizaron enormes piedras de la región y su anchura permitió el tránsito de vehículos y personas por más de un siglo, pues fue demolido hasta 1888; por uno nuevo denominado Puente Juárez, a su vez demolido en 1986, para construir la actual calle del viaducto Nuevo Hidalgo, que existe sobre el río.


Otro dato interesante es la estancia en la parroquia de la Asunción entre el 4 de abril de 1799 y el 10 de noviembre de 1801, del joven sacerdote Mariano Matamoros –héroe insurgente al lado del generalísimo José María Morelos–, quien fue vicario del ya referido Mariano Iturría, que por aquellos años se había echado a cuestas la tarea de restaurar el pequeño templo de San Miguel de Cerezo –otrora Real de Arriba– poblado venido a menos para entonces. La drástica disminución de pobladores en Pachuca entre 1800 y 1850, mucho influyó en la decadencia del templo, a grado tal que su administración llegó a estar a cargo de frailes del vecino convento franciscano de la ciudad. Fue la bonanza minera iniciada con el descubrimiento del clavo de la veta de Rosario en 1851, detonador de una serie de nuevos descubrimientos y denuncios, los más importantes motores del más importante crecimiento poblacional en la historia de este antiguo Real de Minas y por ende de la feligresía de la parroquia.
La expropiación y venta de los bienes eclesiásticos ordenada por las leyes de Reforma, permitió que en 1862, la familia Parres adquiriera gran parte del atrio de la parroquia –la porción que existía entre los muros de la Caja Real y la parroquia– que solo pudo recuperar el terreno de su capilla anexa; perdió, además, gran parte de su curato, porción que sería convertida sucesivamente en palacio de Gobierno (1883-1944), Palacio Legislativo (1945-1957), presidencia municipal de Pachuca (1970-1986).
Al crearse la diócesis de Tulancingo, por la Bula In Universa Gregis, el 26 de enero de 1863 y declarada por S.S. Pío IX, en el consistorio de 16 de marzo de ese mismo año; la parroquia de la Asunción de Pachuca permaneció en la jurisdicción de la Arquidiócesis de Mexico, dentro de la que fue elevada en 1865 al rango de Vicaria Foránea, dentro de la que quedaron como sufragáneas las parroquias de San Francisco –de Pachuca–, Atotonilco el Chico –Mineral del Chico–, Epazoyucan y la vicaría fija de San Agustín Tlaxiaca.
Es probable que por esos años se iniciara la redecoración del interior del templo, del que fueron retirados los retablos barrocos –incluso churriguerescos– para colocar en su lugar altares y hornacinas de estilo neoclásico, entre ellos el central y principal. Finalmente, el 1 de noviembre de 1905, la parroquia fue permutada por las de Tula y Tlacotalpan, por lo que paso ser integrante de la entonces Diócesis de Tulancingo.
Poco antes en 1901 se bendijo la capilla Del Señor del Tránsito, convertida en sagrario parroquial hacia 1950. Finalmente, entre 1966 y 1974, el templo fue sometido a diversos arreglos, primero fue desnudado el altar principal de ornamentos y luego se le trasladó al centro de la nave –para cumplir con las especificaciones de la teoría cristo-céntrica–. Por otra parte, fue ornamentado con pinturas de concepción modernista realizadas por el artista Jesús Becerril, aunque entre 1980 y 2000 volvió el templo a su distribución tradicional, aunque a la fecha continúan los murales setenteros de esta la primera parroquia de la Comarca. La fotografía que ilustra esta publicación corresponde a la parroquia de Asunción en el año de 1930.

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