Los auto parlantes
 
Hace (55) meses
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Realmente no hace mucho que empezaron a proliferar en Pachuca los llamados “auto parlantes” o “coches de sonido”, regularmente automóviles o camionetas cerradas dotadas de dos grandes bocinas colocadas en el toldo, manera suigéneris de realizar verdaderas campañas publicitarias, tal vez los más recordados para los adultos de hoy, niños del ayer, serán los que anunciaban las películas a exhibir en los cines pachuqueños –Iracheta, Alameda y Reforma–  o bien las peleas de box y lucha libre de las arenas que hubo en la ciudad; sin olvidar los partidos de  futbol cuando apareció nuevamente a finales de los años cincuenta el Club Pachuca.

El ejemplo de aquellas campañas realizadas por automóviles de sonido que vagaban por toda la ciudad pronto trascendió a otros niveles. Como no recordar la cruzada de los “martes, día del pescado” que se difundía en una franca alianza de todos los vendedores de pescados y mariscos de la ciudad, o aquellas que tenían por objeto anunciar las caravanas artísticas, que venían a la arena Afición con grupos de afamados artistas de moda en aquellos tiempos.

Había en Pachuca una agencia que ofrecía esta forma publicitaria y estaba establecida en la esquina de las calles de Julián Villagrán y Allende, frente al templo Metodista, de la que era propietario don Ventura Sánchez, quien primeramente a bordo de un chevroletito modelo 1946 y después en un automóvil compacto –un “Fiat” rojo, modelo 1960– recorría la ciudad de palmo a palmo llevando los anuncios de cines, arenas de box y lucha y otros que le encargaban. Don Ventura fue, por muchos años, la única instancia para sonorizar mítines, ceremonias cívicas y fiestas privadas. Debido a ello se decía: “¡por Ventura tenemos sonido!” que aludía a quien alquilaba los equipos de sonorización.

Había desde luego espectáculos que traían sus propios auto-parlantes, como el caso de los circos que organizaban paradas con sus principales artistas y desfilaban por las calles exhibiendo algunos de los animales que traían con ellos. Recuerdo también una camioneta propiedad de un refresco trasnacional, que anunciaba tardeadas, kermeses y bailes, entreverando entre cada anuncio, publicidad del refresco que patrocinaba aquel carro de sonido.

Muchas voces se hicieron famosas entre los pachuqueños, aunque la que más se recuerda es la de don Benigno Quezada “Benny”, un hombre pequeñito y un tanto pasado de peso, que vivía en uno de los más famosos barrios de oriente de la ciudad, ubicado unos metros arriba del mercado Primero de Mayo, que tenía por nombre el de la cantina más afamada de aquel lugar, “El Mosco”, mote que también se adjudicó a don Benigno Quezada, quien lo llevaba con gran orgullo.

En los años que le recuerdo, eran ya un hombre de 45 a 50 años, siempre impecablemente ataviado con pantalones de pinza, guayabera y botas de pronunciado tacón, para verse unos centímetros más alto. Muchos eran los comerciantes que alquilaban su voz para anunciar promociones o eventos especiales, entre ellos las pescaderías y marisquerías del centro de la ciudad, pero sin duda quien más lo hacía era don Francisco Samperio dueño de “La Azteca”, el almacén de telas de mayor importancia en Pachuca, que ocupaba seis de las cortinas frontales del exterior del mercado Primero de Mayo.

Los lunes, durante la “Barata”, tianguis semanal que se instaló por más de 300 años alrededor de la Plaza Constitución –actualmente instalada en la Central de Abastos– llegaba por ahí de las 11 de la mañana con tres o cuatro jarras de pulque entre pecho y espalda, y el señor Samperio le abría los micrófonos para anunciar las ofertas que tenía la tienda ese día.

Jugaba el “Mosquito” con los micrófonos, ponía piezas musicales entre cada oferta anunciada y guaseaba con los clientes, sobre todo si eran del sexo femenino, y en determinado momento salía a la banqueta a bailar un “cha, cha, cha” que retrasmitía por las cinco o seis bocinas que tenía la tienda en su exterior y los mercaderes y marchantes se arremolinaban frente a la tienda, con la total satisfacción de don Francisco Samperio.

Pronto le llegó la fama, pues eran muchos quienes acudían para contratarlo; el gobierno del estado le abrió los micrófonos de las audiciones dominicales de la banda Sinfónica, de donde salía apresuradamente para animar “los Domingos en el Parque Hidalgo” sitio en el que organizaba juegos y torneos, entre sorbo y sorbo de cerveza.

También fueron muchas las personas que le buscaron para que difundiera sus anuncios, el señor Flores le pidió anunciar programas de la  arena Afición, y los inversionistas del equipo Pachuca para que difundiera la celebración de los partidos de futbol; todos ellos aunados a don Francisco Samperio lo atiborraron de trabajo, pues gustaba mucho su particular manera de anunciar, ya que llamaba la atención de tiros y troyanos, el problema fue que pulquerías y piqueras, fueron los negocios donde terminaban sus ganancias en la locución.

De pronto su voz dejó de escucharse, no sé si murió o el alcohol lo llevó al desastre, pero el zumbido del “mosco” dejó de escucharse en las calles, como dejaron de escucharse también los altoparlantes de don Ventura Sánchez y desaparecieron del panorama urbano aquellos personajes que llamaron nuestra atención de niños.

Ilustra este artículo una fotografía de la calle de Guerrero en 1955, en la que puede verse un Dodge 1938, auto parlante que esconde sus bocinas en el toldo tras los anuncios de Lotería Nacional.

 

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