Los porristas también pierden
 
Hace (99) meses
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Allá por los años 70 del siglo pasado, alguien me comentó que Ingenieros Civiles Asociados nació de una pequeña constructora que tuvo su primer contrato importante en la edificación de la Normal Nacional de Maestros, por el rumbo de San Cosme, en el Distrito Federal. “Allí empezaron a trabajar con revolvedoras de mano”, señaló el hombre dedicado a la construcción.
Pero el destino de esa pequeña empresa en manos de Bernardo Quintana llegaría a ser un emporio constructor con varias empresas denominado precisamente Ingenieros Civiles Asociados; ICA como denominador común en los años 70 cuando les adjudicaron la construcción de las primeras líneas del Sistema de Transporte Colectivo Metro en la Ciudad de México.
Para entonces el consorcio no tenía “revolvedoras de mano” sino camiones-revolvedoras que transportaban el concreto para inyectarlo y convertirlo en los muros y techos de los extensos túneles y estaciones del Metro, además de constar con tecnología de punta y múltiples recursos para esa recia y perdurable construcción que ha resistido, igual que la Normal, el telúrico territorio de la capital de la república. De alta calidad, sus recursos de construcción llevaron a ICA a otros países de América durante las últimas décadas.
Pero tal parece que su importante crecimiento dañó a ICA, pues informaciones periodísticas dan cuenta de que la empresa, otrora poderosa en el ramo de la construcción y derivados, está en quiebra y con deudas multimillonarias. Y esto, en plena etapa de la doctrina neoliberal que ha venido no sólo a golpear las economías de países de Europa y América, también dejar en la lona financiera a empresas que, al menos en México, fueron insignias de progreso empresarial e industrial del país. Tales son los casos de las industrias regiomontanas y su joya, el Grupo Modelo que acabó en manos de una cervecera europea. Así, otras empresas famosas y saludables que enfermaron en estos tiempos de financierismos y competitividades asimétricas, como la chocolatera Azteca y hasta el agua purificada Electropura, de largas datas y reconocida calidad.
Pero las crisis de la industria y las empresas nacionales apenas crecientes en las últimas décadas no concluye en ellas, pues también se informa que el exprimer mulimillonario del mundo, Carlos Slim, ha perdido la cuarta parte de su colosal fortuna derivada de la telefonía nacional en su versión Telcel o América Movil, y según las calificadoras de los estancos financieristas anglosajones a nivel internacional, las bajas en la fortuna de Slim seguirán, pues a fin de cuentas llegó a México un fuerte rival, el consorcio gringo AT&T que en el campo de la telefonía ya controla Nextel, Iusacel y Unefon para que el territorio mexicano y parte de Latinoamérica no sean, de manera exclusiva, territorios Telcel.
¿Hasta aquí quedará la absorción de empresas e industrias nacionales por parte de las insaciables multinacionales? Me temo que no, pues las telecomunicaciones es un manjar que disfrutan y no dejarán de extenderlo a las televisoras y a la radiodifusión, como previó aquel personaje de novela que difundió por el mundo la voz y denuncias de los indígenas chiapanecos neozapatistas.
Hasta los que le echan porras y sacan raja del neoliberalismo perderán, vaticinó, palabras más, palabras menos, alguna vez aquel que llevó el mote de Subcomandante Marcos en las cañadas de la selva lacandona.

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