Luto Nacional
 
Hace (62) meses
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Durante los últimos 18 días hay  frases que se ha vuelto recurrentes en la región de Tlahuelilpan, frases que por cierto utilizó el Presidente al intentar explicar la razón por la que los vecinos de esta zona acudieron a la fuga de combustible para obtener un poco de gasolina: fue la necesidad, la pobreza, la falta de oportunidades.

Más allá de polemizar sobre el saqueo, que si bien no se justifica por ningún motivo, tampoco se puede satanizar a quienes en verdad por necesidad acudieron al lugar para lamentablemente perder la vida.

Y es que a fuerza de escuchar una y otra vez las  mismas frases, algo debe haber de cierto, porque no me imagino a cientos de personas poniéndose de acuerdo para dar la misma respuesta al señalamiento.

Cierto es que en el lugar hay sujetos que se dedican al robo de combustible, pero seguramente esos no están ni entre los fallecidos, ni en los heridos, prueba es que un día después se reportaron más  tomas clandestinas a unos cuantos kilómetros de lo que ahora se ha denominado la zona cero.

Las autoridades han explicado hasta el cansancio que hay grupos de la delincuencia organizada que se dedican al robo de hidrocarburos los que operan en esta región y según el Gobierno Federal en algunos casos hay contubernio con ex trabajadores de Pemex.

Se ha hablado también hasta la saciedad del combaste frontal a este delito, los números refieren de la cantidad de tomas clandestinas identificadas y los millones de litros de combustible decomisado a los huachicoleros, incluso en información reciente se mencionan las tácticas utilizadas para el saqueo y almacenaje del hidrocarburo. Tanta eficiencia es de reconocerse.

Lo que nos preguntamos muchos, entonces ¿por qué chingados ocurrió la tragedia de Tlahuelilpan?

Si a la respuesta de que el número de personas rebasó a las autoridades, la entendemos.

Si a que el desabasto de gasolina de los últimos 15 días había obligado a las personas a buscar el combustible hasta por debajo de las piedras.

Si a que la falta de oportunidades orillaron a las familias a acercarse para obtener unos cuantos litros de carburante,  para quizá después comercializarlo y ganar unos pesos.

Hasta donde hemos conocido la historia posterior a la tragedia, esas son  respuestas que se acercan más a la realidad.

Gente desesperada por tener un poco de gasolina para echarle a la troca y salir al campo, para ir a trabajar a la fabrica lejana de la comunidad porque ahí no hay empleo, para llevar a un familiar al médico, en fin las razones abundan.

Lo que no se explica, es que si todas estas razones se conocían, nadie hizo nada para aliviarlas antes de llegar a la respuesta simplista de que iban a saquear el combustible.

Los huachicoleros de cuello blanco no se han muerto quemados en una toma clandestina,  los que ordeñan con grandes vehículos y que luego almacenan bajo tierra no están detenidos, los que se chingan los contenedores en los puertos o en altamar ni siquiera tienen un rasguño, entonces que se  jodan los jodidos.

Y ahora sí desde la misma Presidencia de la República, hasta la Alcaldía todos están rete preocupados por Tlahuelilpan y hasta van a crear cuentas para los que quieran donar para las familias de las víctimas, eso sí, con su respectivo recibo deducible de impuestos faltaba más,  hasta nombrar al 18 de enero día de duelo nacional, que chido.

 

Palabras más, palabras menos.

Lo recuerdo siempre amable, caballeroso, cariñoso, amigo de sus amigos, simpático, buen padre y  mejor esposo. Querido Roberto Cancino Aguilar, así te voy recordar siempre, sonriendo. Descansa en paz amigo.

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