Niños sin posada
 
Hace (75) meses
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En su mensaje urbi et orbi, a la ciudad y al mundo, el papa Francisco trató ayer de mandar un mensaje dramático de defensa de los niños: “Mientras el mundo se ve azotado por vientos de guerra y un modelo de desarrollo ya caduco que sigue provocando degradación humana, social y ambiental, la Navidad nos invita a recordar la señal del Niño y a que lo reconozcamos en los rostros de los niños, especialmente de aquellos para los que, como Jesús, no hay sitio en la posada.”
No sorprende que Francisco lamente la existencia de un mundo azotado por la guerra, que deja a muchos niños sin posada ni tranquilidad, pero sí que cuestione lo que él llama “un modelo de desarrollo ya caduco que sigue provocando degradación humana, social y ambiental”.
El papa ha criticado siempre el sistema de libre empresa. Esto es una tradición en la Iglesia Católica, particularmente en Latinoamérica, donde la teología de la liberación y la opción por los pobres tuvieron gran fuerza en los años sesenta. La tendencia fue especialmente robusta entre los jesuitas, orden de la que surgió Francisco
El problema es que el mal llamado capitalismo -mal llamado porque su característica principal no es el uso de capital, que también existe en el socialismo, sino la libertad para tomar decisiones económicas-ha logrado exactamente lo contrario de lo que acusa el papa: ha permitido la reducción más dramática de la pobreza en la historia.
La enorme mayoría de la población del mundo vivió siempre en la pobreza o en la miseria. La Iglesia ayudó a mantener esta situación. Al prohibir el crédito y restringir el comercio en la edad media, provocó una recesión que duró virtualmente un milenio. Cuando se eliminaron estas limitaciones, renacieron los créditos, particularmente de la comunidad judía a la que la Iglesia Católica no impedía la labor financiera, y surgieron prósperos mercaderes en ciudades como Venecia. La subsecuente recuperación económica hizo posible el Renacimiento.
Aun así, para 1820, cuando apenas empezaba la revolución industrial, 94 por ciento de la población del mundo vivía en pobreza y 84 por ciento en pobreza extrema (ourworlddata.org). El sistema de libre empresa, que se difundió con vigor en el mundo desde entonces, no sólo no provocó una degradación humana, social y ambiental, sino que generó la mayor creación de empleos y la mayor disminución de pobreza en la historia. Poco importó que la población del mundo pasara de mil millones en 1804 a 7,600 millones en diciembre de 2017. El crecimiento fue suficiente para que, en 2015, por primera vez en la historia, la pobreza extrema se ubicara por debajo del 10 por ciento de la población mundial: 9.6 por ciento, para ser precisos.
¿Es la caída de la pobreza realmente consecuencia del capitalismo? No hay duda. Las reducciones generales y regionales de la pobreza coinciden estrechamente con la adopción del sistema de libre empresa. El caso más notable es el de China, que ha rescatado a más de mil millones de personas de la pobreza extrema, pero sólo a partir del abandono del comunismo y la adopción de la libertad económica.
La preocupación del papa Francisco por los niños es loable, pero él más que nadie debería dejar de lado la ideología. En lugar de cuestionar el modelo de libre empresa, debería aplaudir que éste ha permitido la mayor reducción de pobreza de la historia. Solo la libertad económica está permitiendo la construcción de posadas para los niños del mundo.

Pagar y pegar
El New York Times ha cuestionado al gobierno de Enrique Peña Nieto por gastar dos mil millones de pesos en publicidad en medios de comunicación bajo el principio de no pago para que me pegues.

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