Según datos del Inegi en el 2016 el sector de salud representó 5.6% del PIB en nuestro país, con 1 billón 127 mil 431 millones de pesos. De este, 34.9% corresponde al sector privado. Llama la atención que las consultas médicas representan el 16.8% del gasto de los hogares en bienes y servicios de salud, y las medicinas el 54.4%.

Después de ver estos datos y de varias experiencias vividas a través de los años, la pregunta que siempre me he hecho es: ¿cuándo dejamos de ser pacientes y nos convertimos en clientes?

Lo digo con mucho respeto a los médicos. Y aclaro que en esta columna no pretendo generalizar, pero a lo largo de los últimos años me he percatado, y no sé ustedes, de que la medicina se ha convertido en un gran negocio, en donde lo peor es que hemos pasado de ser pacientes a ser clientes.

¿Cuántas veces no han ido al médico y casi los obligan a que deben realizarse un estudio o análisis en cierta clínica o laboratorio? ¿Sabían que de cada paciente que les envían, los médicos algunas veces reciben una comisión?

He platicado con doctores que me han comentado lo anterior; incluso a algunos que trabajan en torres de consultorios médicos ubicadas en ciertos hospitales, me comentan que existen “cuotas” de pacientes a los que deben enviar a hacerse estudios en el propio hospital. ¿Han escuchado de alguien que lo operan de algo que a simple vista pareciera que no era de operación y sin tener una segunda opinión ya está adentro en el quirófano? Y luego están dudando si realmente era necesaria o no la cirugía.

Las fracturas, hace algunos años, se trataban con un yeso. Hoy ya quieren operarte y ponerte clavos o una placa.

Lamentablemente alguna vez un amigo cirujano me comentó que escuchó en el quirófano cómo un médico le decía a otro: “con esta operación ya salió para la letra de mi auto”.

¿Cuántas cesáreas realmente han sido necesarias? En otros países se privilegia el parto natural; en el nuestro todo pareciera indicar que, no importando la circunstancia, es cesárea y todo para generar un mayor gasto que reditúe en sueldos de los que participan en la misma y gastos de hospitalización.

Así como hay doctores que han perdido la ética o al menos ven en la medicina todo como negocio, también hay doctores, y espero sean la mayoría, que su vocación de servicio los ha llevado a ser excelentes profesionales de la salud. Existen médicos que han pasado horas de estudios y luego prácticas en hospitales públicos sin ganar un peso.

Algunos han tenido que caminar por horas para llegar a la clínica en donde hacen sus prácticas, en lugares como la sierra, la huasteca o rincones muy alejados de las ciudades de nuestro país. Los que son médicos y les ha tocado esto saben de lo que estamos hablando; de no contar con los instrumentos, los equipos necesarios ni la medicina e ingeniárselas con lo qué hay para curar y salvar vidas.

Nunca me cansaré de hacer referencia a un dermatólogo que es una eminencia en Pachuca y que, cuando te va a recetar, es de los que saca su máquina de escribir y personalmente hace la receta, busca en sus libros y te explica lo que tienes, cómo se cura, no te está vendiendo sus productos; en fin, cuando la ética lo es todo en la práctica de la medicina.

De ahí que debemos como sociedad exigir que exista ética en los médicos ¿Qué están haciendo las instituciones de educación para enfrentar este reto? Yo espero que mucho. Debemos inculcarles a los jóvenes estudiantes la importancia de los valores y de la ética y no simplemente dejar que se deslumbren económicamente por aquellos doctores a los que les ha ido bien, y que a costa del sufrimiento o las necesidades de los demás acaben fincando su futuro únicamente en términos económicos. Que seamos sus pacientes y no sus clientes.