Las malas noticias siguen acumulándose. Llegará el momento en que el presidente Andrés Manuel López Obrador, muy a su pesar, no pueda seguir evadiendo su responsabilidad de lo que acontece en el país.

Hasta ahora ha culpado a sus antecesores por todo lo malo que a diario sucede, y buena parte del público aparentemente ha aceptado su explicación.

Sin embargo, tarde o temprano, el pueblo bueno, que también es sabio, dejará de consentir dócilmente lo que le diga el presidente y empezará a responsabilizarlo de la mala situación económica y de la violencia desenfrenada.

Un caso más de la violencia que no ha podido contener el gobierno lopezobradorista se dio el viernes pasado en Minatitlán (Veracruz), cuando 13 adultos y un niño de un año fueron asesinados en una fiesta. El domingo, en esa ciudad, AMLO prometió que “habrá justicia”, pero de inmediato culpó a sus antecesores de lo ocurrido al decir que “todo este fruto podrido, todo esto se heredó de la aplicación de una política económica impopular y entreguista, en la que lo único que les importaba era saquear, robar…”.

Y mientras el presidente echaba culpas, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública daba a conocer que de enero a marzo se registraron 8 mil 493 homicidios dolosos en el país, 9.6% más que los 7 mil 750 registrados en el mismo periodo de 2018.

La cifra contradice a AMLO, que en diversas ocasiones ha dicho que el número de homicidios no ha aumentado durante su gobierno.

Llegará el momento en que los muertos dejarán de ser responsabilidad de los que gobernaron al país hasta el 30 de noviembre de 2018 para convertirse en los muertos del mandatario en turno.

Lo mismo ocurrirá en lo que a la economía se refiere. Es altamente probable que este año el producto interno bruto (PIB) crezca menos que la población, lo que se traducirá en una baja en el producto interno bruto per cápita (PIBPC) o en un mayor empobrecimiento de la población.

¿Cómo va a reaccionar el pueblo bueno y sabio cuando a principios del año entrante se dé a conocer que el PIB no creció el 2.0% que con un “me canso ganso” prometió el presidente?

Las promesas incumplidas o parcialmente cumplidas ocasionarán que disminuya la credibilidad de Andrés Manuel entre la mayoría de quienes hoy lo califican positivamente. Solo sus seguidores más convencidos seguirán defendiéndolo y aceptando sus versiones de la realidad.

Cuando esto suceda, ¿a quién van a creerle millones de mexicanos? ¿A los que pertenecemos a la prensa fifí que el presidente intenta desprestigiar constantemente? ¿A los anónimos, a los improvisados, a los anarquistas o a los subversivos que a través de las redes sociales difunden rumores y mentiras que gozan de mayor credibilidad que las verdades?

Si el gobierno de AMLO no empieza a dar resultados en lo que a la contención de la delincuencia y la reactivación de la economía se refiere, su destino puede ser similar al del presidente ucraniano Petró Poroshenko, que el 25 de mayo de 2014 ganó la presidencia de su país al lograr el 55% de los votos en la elección de ese año, y en la elección de ayer la perdió al obtener solo el 25.3% de la votación frente al 73.3% que obtuvo un cómico populista sin la menor experiencia política, Vladímir Zelenski.