Sale más caro…
 
Hace (64) meses
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Aunard de la Rocha

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En 2016, en Reino Unido se llevó a cabo un referéndum para decidir la permanencia de este país en la Unión Europea. En una decisión muy cerrada, 52% de los votantes decidieron que esta nación se saliera. En ese entonces, el primer ministro David Cameron, presionado por la oposición y diversas organizaciones, decidió abrir este debate y consultar a la ciudadanía sobre el tema.

Existen versiones que indican que Cameron, para dar legitimidad y fuerza a su gobierno, se animó a llevar a cabo esta consulta, ya que contaba con información derivada de encuestas, que parecía indicar que la gente prefería seguir en la comunidad. Después del resultado renunció, argumentando que el país necesitaba un nuevo liderazgo.

Este referéndum se llevó a cabo en medio de un contexto social y político adverso, se mezclaron temas migratorios y económicos, había gente que se manifestaba por la importancia de la soberanía del Reino Unido y proteger a la nación del terrorismo, crear barreras para que los refugiados de países como Siria no llegaran a vivir allá. El tema se convirtió en todo un escaparate mundial, en donde se cree que intereses ajenos al país se encargaron de generar más controversia y polarizar a la población a través de redes sociales.

En ese momento, ni la población ni quienes lideraban el movimiento ni el primer ministro se percataron de todas las implicaciones futuras que tendría el salirse de la Comunidad Europea. Han pasado dos años y el próximo fin de semana, después de muchas reuniones, se habrá de firmar el acuerdo entre los países miembros de la unión y Reino Unido para darle cauce legal a la salida de este último. Las negociaciones han sido muy desgastantes; existen muchos temas, como el comercial y el migratorio, que han sido eje central de las negociaciones, pero hay asuntos muy complejos, como el de Gibraltar, en donde España exige que se pongan algunas cláusulas en el documento y al día de hoy todavía están discutiendo.

Obviamente, Reino Unido va a mantener la soberanía de este pequeño territorio, que para ellos es la entrada al Mediterráneo y que para los españoles puede ser un dolor de cabeza en temas de seguridad, logísticos, de impuestos y de movimiento de gente que vive en España y trabaja en Gibraltar o viceversa. Existen temas como las definiciones de los mares, donde por años varios países europeos han explotado todo el norte; a partir de la salida del Reino Unido ya no gozarán de esa libertad y tendrán que respetar las aguas inglesas.

De igual manera hay implicaciones jurídicas con los residentes y, sobre todo, los pensionados. El costo de salirse, hasta el momento, está pactado en unos 50 mil millones de euros, que impactarán las finanzas de este país. Podemos enumerar muchas cosas que en su momento nunca se imaginaron ni sabían quienes votaron. Este ejemplo debiera servirnos para darnos cuenta de que cuando se toman decisiones a nivel país, estas tendrán consecuencias en el corto y mediano plazo. Para tomarlas hay que ver el todo y no únicamente lo que quieren que veamos o lo que suene políticamente correcto.

A Reino Unido el día de hoy le aplica el famoso refrán: “Le salió más caro el caldo que las albóndigas”. Esperemos que en nuestro país las albóndigas sean las que valgan la pena.

Aunard de la Rocha

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