Cuando mi madre pronunciaba con su profética boca “aquí nos chingamos todos”, era una sentencia de que todos estábamos condenados a padecer por las decisiones propias o ajenas.
Y todo parecer indicar que la sentencia ya alcanzó a los mexicanos y los hidalguenses, quienes solo miran de manera expectante cómo se desarrollan las campañas para elegir a los iluminados que “guiarán nuestros destinos”.

La oferta política está verdaderamente jodida, salvo algunas excepciones y las campañas y sus mensajes nos hacen pensar que o son retrasados mentales o nos quieren ver la cara de idiotas.

¿Qué chingados es eso de que le van a cortar la mano a los rateros?

¿Y a los infieles qué les deben de cortar?

¿Les cae que la idea de expropiar las empresas no es una reverenda jalada? o ¿estaban hablando en serio?

En Hidalgo apenas iniciaron las campañas de los candidatos a diputados locales y seguramente en los próximos días tendremos una serie de frases, y sobre todo promesas, que aumentarán nuestro acervo de ocurrencias que los aspirantes ocupan de manera ligera y en ocasiones irresponsable, y todo por ganar una curul.

Ya sabemos que en eso de utilizar el lenguaje nuestros candidatos se pintan solos, la idea es que se quede en la mente de los ciudadanos los ofrecimientos que, según los propios suspirantes, van a convertir en realidad.

Mi memoria ya borró las veces que han prometido hacer de México y de Hidalgo una potencia de desarrollo para que sus habitantes mejoren sus condiciones de vida.

¿Es neta? ¿Otra vez van a usar la misma consigna?

No puede faltar el ofrecimiento de incluir en la agenda legislativa a las mujeres, los niños, los ancianos, los indígenas. Y la joya de la corona son los temas del combate a la corrupción, la impunidad, la transparencia y todos, absolutamente todos los candidatos juran y perjuran que ahora sí van contra la inseguridad.

Al ver que muchos de los candidatos ya han tenido cargos y algunos ya han pertenecido al poder legislativo y ahora están de nuevo contendiendo incluso por el mismo cargo nos preguntamos ¿pues qué chingados hicieron todo ese tiempo en el puesto que con el voto se les otorgó y ahora están pidiéndonos lo mismo?

¿Y la palabra empeñada? ¿y las promesas no cumplidas?

Cuánta razón tenía mi madre.

Con estos candidatos de plano nos chingamos todos, porque o somos muy pendejos o todo se nos olvida.

Aunque no creo que a doña Emilia se le haya olvidado que ya hace varios años le prometieron que iban a llevar el agua potable hasta su comunidad, y ya han pasado más de tres lustros y sigue recolectando agua de riego que llega cada mes a las parcelas cercanas a su jacal de pencas de maguey y piso de tierra, para cubrir sus necesidades básicas.

Doña Emilia tiene la ilusión de que con la campaña, seguramente, van a llegar hasta su casa los candidatos, porque es la única ocasión que podrán ver de cerca a los hombres y mujeres que pueden hacer algo por ellos y en una de esas ahora sí les sacan la promesa de que les va a llegar el agua.

Así que los candidatos tienen una gran responsabilidad que asumir, esperemos que la tomen en serio o naden de muertito como siempre ocurre.

PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS
¿Alguien se ha percatado del abandono de algunas oficinas de Gobierno? Es cierto que algunas son modernas, bien iluminadas y muy confortables, pero otras de plano dan penita. Los sillones de la recepción de una de ellas parece del siglo pasado, sucias, mal olientes, casi como de escena de película de terror.
Y los trabajadores ya están resignados a convivir con la mugre, aunque algunos se resisten y han optado por comprar sus propias sillas, cuando menos para no padecer el permanecer muchas horas sentados en vejestorios.