SEP: desmesura publicitaria
 
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Para promover su imagen y buscar la candidatura presidencial del PRI, Aurelio Nuño Mayer gastó en 2017 mucho más de lo que su actual jefe, José Antonio Meade, podrá gastar legalmente en su campaña para buscar la Presidencia de la República. Cerca de 2,000 millones del presupuesto de la SEP gastó Nuño, y Meade no debe erogar más de 430 millones de pesos, ambas cifras en números redondos. Ese es uno de los cotejos que sugiere el desmesurado gasto de Nuño, desde la Secretaría de Educación Pública, pero el asunto ofrece otras desmesuras: • Es la mayor erogación de propaganda de la SEP en los primeros cinco años del sexenio de Enrique Peña Nieto, caracterizado por la depredación del presupuesto, sea por corrupción o por despilfarro. En 2013, el gasto fue de 257.6 millones y año con año fue aumentando. • Irónicamente, en 2017, año del mayor gasto, lo aprobado en el Presupuesto de Egresos para la SEP en ese rubro, fue el monto menor desde 2013: 70.6 millones de pesos. • Los 1,963 millones que Nuño malgastó en propaganda representaron un sobreejercicio de ¡2,680 por ciento! respecto del monto que autorizó el Congreso. La erogación fue de 5.3 millones de pesos al día, más de 220 mil por hora. • Resulta inevitable contrastar la dilapidación de dinero público con los cientos de escuelas con techos rotos, paredes dañadas, mobiliario insuficiente, piso de tierra, sin instalaciones sanitarias. ¿Cuántos niños y jóvenes podrían haber recibido becas para no verse precisados a abandonar sus estudios por falta de recursos, cuántos maestros podrían haber sido capacitados con 1,963 millones? Desde otro ángulo de análisis, con las revelaciones de Reforma (12/05/18) sobre la descomunal erogación, a José Antonio Meade le creció otra losa en la espalda. Ya llevaba una, la de la corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto, del que formó parte, y ahora tiene que soportar también la de su coordinador de campaña, dilapidador de dinero público y, además, ineficaz en el logro de resultados proselitistas. La losa Nuño es pesada porque el gasto desmesurado se ejerció cuando Meade era secretario de Hacienda y es obligado preguntar si hizo algo para frenar el macrodispendio. La permanencia del ex titular de la SEP en la coordinación de la campaña priista puede estar tambaleándose. La revelación del gasto, basada en la Cuenta Pública de 2017, ocurrió casi simultáneamente con la publicación de la Ley General de Comunicación Social, conocida como “Ley chayote”, rechazada por decenas de organizaciones de la sociedad civil, incluida Artículo 19, promotora del amparo que condujo a la Suprema Corte a ordenarle al Congreso de la Unión el cumplimiento de su deber de legislar en la materia. En su claro intento de burlarse de la sentencia de la Corte, el PRI y sus aliados aprobaron una legislación que consagra la discrecionalidad en la asignación de publicidad oficial y que fue rechazada también por instancias de organismos internacionales como la ONU y la OEA. En su afán de burlar a la Corte, los diputados y senadores oficialistas no se detuvieron a reflexionar en que la discrecionalidad y los controles ilegítimos que propicia esa ley no los beneficiarán a ellos ni a su partido, porque a estas alturas resulta casi imposible el triunfo de su candidato presidencial y también que vuelvan a tener mayoría en el Congreso. Sólo un ilegítimo ánimo revanchista les impidió ver que, si prevaleciera su legislación, los beneficiados serían sus adversarios. Sin embargo, es tan mala la “Ley chayote” que en el próximo sexenio, quienquiera que gane la Presidencia y el Congreso, tendrá que ser revisada, salvo que prevalezca la intención de seguir las negras huellas de lo peor del PRI. La negrura y el tamaño de esas huellas en el actual gobierno son enormes. Si es excesivo el gasto de la SEP, es peor el total de la administración de Peña en propaganda: 35 mil 655 millones de pesos entre 2013 y 2017, de acuerdo con México Evalúa, cantidad que, además, representa un grave desorden en el ejercicio presupuestal, porque lo aprobado por la Cámara de Diputados ascendió a “sólo” 13 mil millones. ¿Resultado? Peña Nieto tiene una aprobación que no rebasa el 20%, lo cual equivale a decir que 8 de cada 10 mexicanos lo reprueban. ¿De qué han servido tantos miles de millones de los contribuyentes gastados en propaganda? Para indignar, sólo para indignar.

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