Siempre me había preguntado cuáles son las condiciones en que laboran los policías de Hidalgo, y justo estaba en una gasolinera cargando combustible cuando la respuesta llegó.
Junto a mi vehículo estaba una patrulla de esas bonitas azules, de las que se enorgullecen los funcionarios, pero ya observándolas a detalle de plano no creo que pasaran la prueba de seguridad (no es broma, la seguridad de la seguridad).
No era necesario ser especialista en mecánica automotriz para darse cuenta de que los neumáticos de esa patrulla estaban tan jodidos que aún no puedo entender cómo los tripulantes no han sufrido un accidente.
Las llantas que más parecían cámaras, estaban totalmente lisas y, sin exagerar, se les podía ver el aire.
Fue ahí donde me di cuenta que la seguridad es lo que menos les importa a quienes son responsables de la seguridad.
Imagínese esa patrulla en una persecución para atrapar a los delincuentes.
Es seguro que tarde que temprano esos policías o abandonan la persecución o se impactan con otro vehículo o atropellan a un transeúnte o se vuelcan.
Con esa importante herramienta de trabajo en tan pésimas condiciones, es de entenderse el porqué se escapan los delincuentes. Cómo chingados creen que los elementos puedan responder con celeridad a los llamados de auxilio en situaciones de peligro o en una emergencia, si los vehículos en que deben trasladarse no son confiables.
Y si esas fallas son tan evidentes que cualquier ciudadano puede percatarse de ellas, ¿qué otros detallitos subyacen en las condiciones en que trabajan los elementos de seguridad y que la ciudadanía no conoce?
Porque es bien fácil de culpar a los policías de todas las desgracias del mundo y reconozco que también hay malos elementos, pero en general son hombres y mujeres que son pilares de una familia y que por lo mismo tratan de mantener su trabajo con un expediente impecable.
Así las cosas, es comprensible que bajo esas condiciones de inseguridad dentro de la seguridad, los policías hagan mil y un malabares para cumplir con su deber.
Mención aparte son los Bomberos, hombres extraordinarios que todos los días están dispuestos a dar la vida por los demás.
Casos recientes como el del comandante Barañano que casi pierde la vida en un intento desesperado por cerrar la válvula de combustible que los huachicoleros dejaron abandonada con el riesgo que esto implica.
Son estos los hombres valientes que a diario se enfrentan a los peligros que dejan a su paso los ordeñadores, que con su actividad criminal ponen en riesgo a la población sin que ello les provoque cargos de conciencia.
¿Habrá alguien que haga una verdadera evaluación de las condiciones laborales de los policías?
De los bomberos mejor ni hablamos, porque a ellos les escatiman hasta los festejos, con el argumento culero de “no hay recursos”.

Palabras más, palabras menos
El 29 de junio se dio la alerta por la desaparición de una trabajadora de la Tesorería municipal de Pachuca, quien al parecer llevaba la nómina de los trabajadores.
Diecinueve días después el cuerpo de una persona en avanzado estado de descomposición fue encontrado en la ladera del municipio de Meztitlan y los peritos comenzaron una labor de investigación para determinar la identidad de los restos.
Treinta y cuatro días después las autoridades más a fuerza que de ganas, informaron que luego de varias semanas de labor pericial, fue confirmado que los restos hallados coincidían con la mujer desaparecida.
Tras 54 días de angustiante espera, se confirmó el feminicidio. ¿Pos no que en Hidalgo quieren y respetan a las mujeres.?