Washington y La Habana se reencuentran
 
Hace (97) meses
 · 
Compartir:

,impensable unos cuantos años atrás, demostración de que la historia avanza, aunque nunca de una manera idílica o según nuestros deseos, pues también para esa fecha, Donald Trump podría ser ya aritméticamente uno de los candidatos oficiales por la Casa Blanca en noviembre próximo.

Sin lugar a dudas esa visita será posible por el entendimiento de que la situación en Cuba y en la relación de la isla con Washington ya no podía seguir igual.

Cuba vive una apertura al mercado que no se puede negar. Lo hace a un ritmo sostenido sin publicidad pero lo hace. No es reciente, para muchos inició con el derrumbe en noviembre de 1989 del muro de Berlín, que pronto se expandió y derrumbó a la Unión Soviética creando una decena de países soberanos antes aglutinados, que no unidos, y generar que a su vez Rusia, corazón de ese ente aglutinado y heredero soviético, entrara en crisis e iniciara su propia transformación hacia el mercado, que el actual presidente Vladimir Putin quiere convertir en plataforma de lanzamiento de Rusia como nueva potencia. Y avanza.

Cuba no era parte de la Unión Soviética, pero sin el apoyo de Moscú difícilmente hubiera sobrevivido con su esquema económico propio frente a Estados Unidos. El fin de la era soviética terminó el apoyo y prácticamente la dejó huérfana, pero lo más importante, con presiones internas por el cambio.

La generación de la sociedad cubana que hizo la revolución con Fidel Castro al frente está comenzando a morir. En la isla antillana hay ya hasta nietos de ese proceso socio histórico que les queda chico para su desarrollo. Y ahí va Cuba, abriéndose a su paso, que parece desesperadamente lento, para no desbocar el proceso en ninguno de sus aspectos.

Uno de esos aspectos es el político, y en eso el mundo ve hoy como China también quiere cambiar su política económica pero sin ceder ninguna parcela del poder político. Cuba y China se parecen en que la ventanilla política al estilo occidental sigue cerrada y esa clausura crea uno de los principales riesgos del proceso de apertura en ambos países: que la ventana clausurada acabe por ceder a la presión social y política y haya un estallido. Por eso muy probablemente Obama no se entreviste con la disidencia o suceda con el máximo sigilo.

La apertura de Cuba consiste en su recepción de inversión en áreas clave como el turismo, o que no ha explotado pero tiene potencial, como la extracción petrolera. Un ejemplo es la creación de la zona especial de Mariel, cuya primera etapa comenzará a funcionar este año y que no es una terminal de contenedores muy moderna, sino una zona que muchos defensores de la ortodoxia ven como la cabeza de playa del regreso del capitalismo. Y quizá tengan razón, pues la terminal de contenedores en Mariel es manejada por una empresa de Singapur, país de insospechado estilo de vida capitalista.

Hay que agregar que Mariel es el puerto cubano desde donde miles de personas salieron hacia Estados Unidos en los años 80 del siglo pasado.

Barack Obama, por su parte, en la parte final de sus dos mandatos, que no pudo ejercer a plenitud maniatado por los senadores y los diputados del Partido Republicano, ha encontrado la forma –que siempre han existido- para ir hacia la normalización de las relaciones con La Habana sin levantar el embargo económico impuesto hace más de medio siglo.

Para Obama se trata de uno de sus acomodamientos para pasar a la historia, pero también de hacer un ajuste de una situación que nunca operó y que siempre ha dañado la imagen internacional estadunidense.

Ambos gobiernos necesitan de esa apertura ahora que el balance de fuerzas regional ha comenzado a cambiar y los regímenes de pseudo izquierda parecen tambalearse. Cuba no se va a hundir con ellos, y Washington prefiere tener un aliado en ese naufragio que recibir nuevos “marielitos”, y claro, ganar inversiones.

En ese contexto el ala más temerosa del conservadurismo estadunidense parece estar levantando la voz y quiere hacerse presente en ese acercamiento. Aunque Trump gane la nominación presidencial estadunidense y luego la Casa Blanca, La Habana no va a detener su apertura y hasta un hombre de negocios pragmático como Trump entiende que una Cuba con apertura le conviene más que cerrada, lo que no significaría que no pusiera rocas, muy peligrosas, en ese camino.

 

De Salida: Trump va sumando hechos violentos en su campaña por la candidatura republicana a la Presidencia de Estados Unidos. Y a quien conviene un gran zafarrancho con víctimas mortales es a él mismo, pues Donald con su habilidad lo capitalizaría a su favor.

Compartir:
Etiquetas:
Relacionados
title
Hace 30 minutos
title
Hace 45 minutos
title
Hace 1 hora
Se dice
/seDiceGift.png
Especiales Criterio
/transformacion.jpeg
Suscribete
/suscribete.jpg
Más popular
Política actual impide el desarrollo: Marivel Solís
Por Gerardo Ávila . 24 de mayo de 2016
Por Gerardo Ávila . 9 de agosto de 2017
Por Federico Escamilla . 12 de febrero de 2018
Por Gerardo Ávila . 30 de noviembre de 2015

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad