¿Y Margarita?
 
Hace (70) meses
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Desde que conocí a Margarita Zavala, me cayó bien, me pareció una mujer sumamente sencilla, inteligente y con sentido del humor. Tres cualidades totalmente ajenas para una primera dama. Otro factor que contribuyó para que la apreciara en todo lo que vale fue el hecho de que fuera tan diametralmente opuesta a Marta Sahagún. Me cayó todavía mejor cuando convoqué, en este mismo espacio, a rendirle un pequeño homenaje a los mexicanos que habían muerto en el acto terrorista de las Torres Gemelas del 11 de septiembre 2001. La única que se presentó con un ramo de flores frente a la embajada de Estados Unidos fue Margarita Zavala. Siendo primera dama, reunió a un grupo de mujeres en Los Pinos, para darle la bienvenida a Michelle Obama. Margarita nos presentaba a cada una de nosotras con la señora Obama, diciéndole cuál era exactamente nuestra trayectoria. Lo hacía con el debido protocolo pero de una forma cálida y natural. No tuve entonces ningún problema en adoptarla; seguía sus pasos en la prensa, sus dichos y cada vez que la veía procuraba platicar con ella. De allí que con toda naturalidad se me ocurriera invitarla a la presentación de uno de mis libros que tienen que ver precisamente con las mujeres, que como ella se han atrevido, han osado y han tomado su destino entre sus manos. Recuerdo que su texto fue muy aplaudido. “La mujer osada no es la que actúa para que los demás estemos de acuerdo con ella (…) la que se atreve a hacer o a decir algo inusual no lo hace para lograr un reconocimiento (…) se es osada porque se necesita hacer o decir algo sin caer en el molde, en este caso, en el molde de mujer, perfilado por una sociedad, que alguna vez se dijo irrompible”. Pienso sinceramente que Margarita Zavala nació en un molde distinto. Con su ejemplo, de alguna manera, ella nos ha abierto muchas puertas. Por ejemplo, la puerta por donde muy pronto entrará una mujer Presidenta. Para mí Margarita Zavala era una voz fresca, estaba convencida que para el 2018 la mayoría de las mujeres votarían por ella. “Como estrategia debemos lograr una mayor solidaridad entre mujeres (…) el mejor recurso que tenemos es el ejercicio del liderazgo”, les dijo a las mujeres de Tijuana, en noviembre del 2015, más adelante les reafirmó que sí se lanzaría como candidata a la Presidencia. El teatro se vino abajo en aplausos. No hay duda que Margarita Zavala ha jugado un papel muy admirable en la vida política de México, como política, como primera dama y como primer candidata independiente a la Presidencia. El 15 de mayo, Zavala tomó una decisión sumamente difícil pero congruente con su manera de hacer política: abandonar la contienda electoral. Ella retiró su candidatura pero no declinó a favor de otro candidato y por ahora no hay indicación de que vaya a apoyar a alguno de los que se mantienen en la carrera. Esto es ya de por sí una decisión que llama la atención, después de todo formó parte del PAN durante décadas y si no fuera por las circunstancias extraordinarias que se viven en ese partido, mismas que la llevaron a buscar la candidatura independiente en primer lugar, se hubiera podido esperar que sus simpatías la llevarían a declinar por esa opción. Si no declinó por el PAN, ¿por qué no lo hizo? Creo que la respuesta es clara. Porque su mayor afinidad es con José Antonio Meade. Quizás sea un salto demasiado lejano para una candidata independiente, proveniente del PAN, que todavía es muy popular en su antiguo partido, el apoyar abiertamente a un candidato del PRI. Pero la afinidad está ahí para el que la quiera ver. Empieza por su amistad, que contrasta con la distancia respecto a Ricardo Anaya, que se explica por el trato poco conciliador que lo caracteriza. Quizás sea más relevante la plataforma, que siempre tuvo como eje la protección a la libertad de las personas, que coincide con José Antonio Meade en muchos aspectos, tanto en relación a la economía como a la seguridad y contrasta con la confusión ideológica del Frente que busca unir al PAN con el PRD. Pero lo que pudiera hacer la diferencia es la forma de concebir la política, ambos tienen una auténtica vocación de servicio que está muy por encima de su ambición personal como lo han demostrado con las decisiones públicas más importantes que hemos podido observar como la gestión de José Antonio durante meses críticos el año pasado o la decisión de dejar su partido de parte de Margarita. He allí dos concepciones de la vida que tienen que ver con la congruencia y ética. Yo voto por los dos.

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