Y se dice maestra
 
Hace (66) meses
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La rudeza entre los niños en las escuelas se ha vuelto común. Frecuentemente se conocen casos de violencia, el famoso bullying, y lo grave es que en ocasiones las agresiones han sido tan severas que ha provocado suicidios entre los menores, que al no saber cómo manejar la situación terminan por quitarse la vida.
Por estos dramáticos ejemplos y la preocupación de las autoridades es que se han desarrollado campañas de concientización para evitar el acoso y la violencia en las escuelas.
Pláticas, spots, dramatizaciones e incluso la asistencia de los cuerpos de seguridad para informar del daño que puede ocasionar en los niños y sus familias la violencia en las aulas, son ejemplos de la intensa difusión desplegada por la Secretaría de Educación para disminuir el bullying en las escuelas.
Y todo esto que les cuento de poco o nada ha servido porque a escasas tres semanas de haber iniciado las clases en una escuela primaria del sur de la ciudad de Pachuca, una maestra que se dice con amplia experiencia de más de 17 años en el aula, es la que provoca la agresión contra los niños a tal grado que los padres de uno de estos pequeños que apenas ingresó a primer grado, están pensando seriamente sacarlo de la escuela, con las consecuencias que esto implica.
Se pueden imaginar ustedes lo que significa que a un niño de seis años, la maestra, por su incapacidad para atender a pequeños sobresalientes, le diga incluso frente a su madre que no va a pasar de año, que no le entregue los trabajos porque no se los va a recibir o que no lo va a escuchar.
El menor es acosado un día sí y otro también por la maestra que aplaude que otros niños lo maltraten o le quiten sus útiles para lanzarlos por la ventana para después decir que no atiende y se sale del salón.
Al conocer la historia de este niño no le queda a uno más que indignarse con este ejemplo de profesores que denigran al gremio.
Los 17 años en el aula de esta profesora de plano creo que no le han servido de gran cosa, porque una agresión de esta naturaleza hacia un pequeño indefenso es injustificable.
Es un ser en formación que necesita protección, enseñanzas, conducción ética; vaya, buenos ejemplos, chingao.
Ahora sí que me perdona la maestra, pero qué poca jefecita.
Decirle al niño que apenas tiene tres semanas de haber ingresado a la primaria, que es tonto y preguntarle ¿vas a venir mañana?, mejor tómate unos días de descanso.
Hacer este tipo de exprsiones frente a un niño de seis años y a ¡¡¡TRES SEMANAS DE HABER COMENZADO LAS CLASES!!! me cae que no se vale.
Lamentable que haya este tipo de casos, donde los violentadores no son los mismos niños, sino profesores que, frustrados, inconformes o chambistas que solo están ahí por una plaza que quizá ni siquiera concursaron, se conviertan en los verdaderos verdugos de la educación.
Dónde están los valores, los principios, el amor a la docencia, ya ni menciono el apostolado de los maestros que a diario hacen una extraordinaria labor para formar a los hombres y mujeres del futuro. Qué diferencia con esos maestros con vocación de servicio, que se preparan a diario para su clase, aunque tengan 17, 20, 30, 40, 50 o más años en la docencia y que aun así van con alegría y con una sonrisa a impartir su cátedra.
Esos profesores que recorren grandes distancias con el solo propósito de llegar a su salón para compartir sus conocimientos con esos pequeños que los miran asombrados y con sed de aprender. Esos son maestros.

Palabras más, palabras menos
A propósito la profesora de quien les hablo, trabaja en la primaria Fraternidad Hidalguense.
Qué ironía.

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