Ya digan la verdad
 
Hace (55) meses
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“Si el presidente viniera sin avisar encontraría de la chingada la clínica del Seguro Social”, era el comentario de los vecinos de Ixmiquilpan y Zacualtipán a donde López Obrador acudió en los últimos días.

En el Valle del Mezquital se atiende a un amplio grupo de derechohabientes de decenas de municipios, la mayoría de alta y muy alta marginación. Ahí, para muchos, ir al Seguro resulta peor el remedio que la enfermedad.

En Ixmiquilpan, donde una gran parte de la población es indígena, la atención es limitada debido a que no se tienen los aparatos suficientes, por lo que algunos casos que requieren mayor especialidad los tienen que trasladar a Pachuca o, si el caso es grave, a la Ciudad de México.

En Zacualtipán, donde la clínica atiende a miles de afiliados, la situación es más complicada, porque para que los pacientes sean diagnosticados por un especialista, simple y sencillamente, no hay otra que viajar a Pachuca.

Quizá lo más grave es que tales situaciones, lejos de que les sean planteadas al presidente, las esconden y eso no ayuda a nadie.

¿Pos que chingados les pasa?, ¿tienen miedo?, ¿los han amenazado?

Otra sería la reacción del presidente si conociera de cerca todas esas carencias que son cotidianas, incluso las condiciones en que laboran los médicos y las enfermeras.

Por supuesto que reconocemos el compromiso y la entrega de los médicos que atienden en las regiones más apartadas, pero esos hombres y mujeres, casi siempre, hacen una labor que a veces estás más allá de sus fuerzas y de sus recursos. Estos médicos preocupados por sus pacientes también la están sufriendo. Mensualmente cada doctor atiende un promedio de 480 pacientes y la instrucción es que solo pueden mandar a 20 enfermos a estudios o consultas más especializadas y si no acatan la orden son amenazados con levantarles un acta por mala práctica.

O sea, ¿se los van a chingar por hacer bien su trabajo? ¿Así está más cabrón ser médico? ¿Dónde está la ética?

Pero eso no lo ve un presidente que llega a una clínica linda, rechinando de limpia y hasta con un grupo de niños que le reciben con collares de flores.

“A ver que venga como cualquier hijo de vecino a pedir una consulta con un cardiólogo y va a ver a lo que se enfrenta”, comentó una mujer que tuvo que ir hasta Pachuca para pedir una consulta, que le fue programada para dentro de seis meses. “Vale madre, igual para cuando me toque mi consulta ya estoy muerta”, dijo resignada.

Sin duda el servicio está enfermo, rebasado y con un chingo de necesidades, pero de nada sirve que vaya el presidente a conocer el diagnóstico de cada una de las clínicas del país, si le esconden los análisis que permitirían saber qué tan grave está el enfermo.

¿O qué esperan?, ¿qué se mueran? o que como siempre solo les receten una aspirina y cataplasmas.

Así las cosas, ya es tiempo que esta nueva forma de gobernar comience a cambiar el estilo y se dejen de simulaciones.

Si los servicios de salud están fregados, es justo porque nadie se atreve a decir la verdad con todas sus letras.

¿Qué es peor, que los reprendan en el momento, pero que se resuelvan de raíz los problemas, o seguir como si nada hubiera pasado?

No atenten contra la inteligencia del presidente o ¿suponen que no se da cuenta de las cosas? ¿O creen que ya ha venido varias veces al estado porque le caemos muy bien? Algo ha visto el presidente que los demás no ven.

Esperemos que más allá de las apariencias, haya un diagnóstico claro y apegado a la realidad, que le permita tomar acciones decididas para mejorar el servicio y no seguir tratando de curar el cáncer con mejoralitos.

 

@berthaalfaro

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