La vida es un enigma que se resuelve por sí solo, no hace falta buscar demasiado, está ahí, frente a nosotros. En el trayecto de la vida tenemos muchas preocupaciones, muchas situaciones personales-, por ejemplo como adultos vivimos de nuestras experiencias pasadas o siempre pensando en el futuro, olvidándonos de que estamos ahora, sin vivir el presente. Yo recuerdo cuando éramos niños y queríamos aprender a hacer algo, como andar en bici, patinar, y en el proceso sufrimos caídas, pero siempre nos levantamos y volvíamos a intentarlo hasta que lo lográramos. Lo recuerdo, caí también en el proceso pero lo logré y hasta hoy me encanta la bicicleta. Pero ahora, de adultos, se nos ha olvidado un poco cómo ser niños, y entonces estamos con nuestra atención a los resultados, y sobre todo a lo que puedan pensar los demás sobre nosotros; la tendencia es abandonarlo todo si sentimos que no obtenemos el máximo beneficio o los cambios que deseamos a la primera, y no es así, tenemos que permitirnos explorar, aprender, cambiar, crecer a pesar de todas las caídas que pudiéramos tener, porque por medio de las experiencias que se nos presentan en la vida, podemos tomar la iniciativa y asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan, decidiendo en cada momento lo que queremos hacer y cómo lo vamos a hacer sin entrar en pánico, ni con la famosa frase del “¿cómo?”, siendo un poco más flexibles y permitiendo que las oportunidades y posibilidades, que pueden ser distintas a las que tengamos en mente, se manifiesten en nuestra vida. Creo que todos tenemos sueños, metas, somos conscientes de que tenemos un propósito en esta vida, pero a veces en esa vorágine de pasado y futuro nos perdemos, y lo peor de todo, querido lector, es que nos perdemos hasta de vivir, de disfrutar lo que tenemos. Muchas veces nos dan pánico o miedo los cambios, y el miedo (como ya lo he escrito en artículos anteriores) puede ser tu aliado o tu gran enemigo, de ti depende. Comienza a sentirte feliz por cada paso conseguido, proyéctate hacia un mejor futuro a partir del presente, no del pasado, aprende a decidir por ti mismo lo que quieres para ti y deja de complacer a los demás haciendo lo que ellos quieren que tú hagas. Esto es muy importante, porque recuerda que, aunque te den técnicas, te llenes de herramientas, libros, sobre todo en estos tiempos donde se habla mucho de perdonar, de dejar de juzgar, de cómo amar y respetar el proceso de los demás, solo existe la voluntad, tu propia voluntad para forjar hábitos nuevos y desechar los que te están haciendo daño o no te permiten avanzar en la vida. Es absurdo comprar cien libros, o tomar todos los cursos que hay si no tienes las ganas y la voluntad de que todo sea diferente. Nos han dicho que tenemos que aprender muchas cosas para hacerlo, pero no es así, para perdonar a alguien, por ejemplo, solo debes tener las ganas y la voluntad de querer hacerlo, pasando por el perdón en ti mismo. Para cambiar una situación que no te gusta en la vida, no necesitas de ninguna herramienta de Coaching si no tienes la voluntad y las ganas para que todo sea diferente. Y a esta voluntad y ganas debemos añadirles la intención, porque la intención es un sentimiento que proviene del corazón, entonces tienes que juntar tu voluntad, las ganas de que sea diferente para que todo tenga una armonía dentro de ti, y la intención es el sentimiento del corazón.

Entonces: Intención + voluntad = cambio

Tú eres el cambio, en ti está el cambio y cuando entiendas esto es cuando comienza tu transformación y es cuando empiezas a buscar herramientas para que tu cambio sea trascendental. Y para ello ¿qué necesitas? Apartar un tiempo cada día para estar en paz, meditar para callar ese diálogo mental que no para y estar en paz contigo mismo; cuando logras eso comienzas a dar pie para que todo sea diferente. Debemos recordar siempre que la transformación suele ser dramática, la metamorfosis por la que pasa una oruga para llegar a convertirse en una bella mariposa no es fácil y así debemos entender que será nuestro cambio. Cuando era pequeño, recuerdo que solíamos criar
gusanos de seda y con el paso del tiempo se desenvolvían de un capullo y se transformaban en mariposas hermosas, pero en cierta ocasión me tocó ver a una “mariposa” que yo creía que ya estaba transformada, se esforzaba por salir por un pequeño agujero y no lograba salir y se me hizo fácil abrir el capullo y que saliera, pero ¿qué creen que pasó?, la mariposa estaba hinchada y sus alas eran muy cortas y nunca pudo volar. ¿Por qué te cuento esto?, porque esto muchas veces nos sucede a nosotros: queremos salir rápido del “capullo” o que nos “ayuden” a salir, y ese apresuramiento es el que nos frustra muchas veces en la vida, porque lo que queremos obtener no viene de ningún lado. Debemos tomar en cuenta que cada persona va a su propio ritmo. Liberémonos de ese deseo de cambio abrupto, de seguir determinado proceso y que todos los cambios se den en automático. No es así, los cambios se dan con un proceso de tiempo, porque dependen de la carga emocional y mental que cada uno trae. Esto es un reto, porque nos han enseñado a utilizar más la mente que el corazón y cuando esto sucede es que nos volvemos muy rígidos con nosotros mismos, porque, cuando permitamos que el corazón domine un poco más y esté a la par de la mente, viviremos en más libertad y sentiremos más armonía en nosotros mismos. Reprimir nuestras emociones a la larga nos dañará. Las emociones no han de ser evitadas, hay que exteriorizarlas, dejarnos sentir en ellas pero no proyectarlas en los demás. Solamente aquieta tu mente y deja que tus emociones sean tuyas y tú las manifiestes para sentirte en armonía y decirles a los demás “yo también me guío por mi corazón”. Los invito a que si tienen dudas o comentarios, háganmelo saber en el correo. Los espero en la próxima columna. Te deseo larga vida, salud y prosperidad y que tu vida sea la mejor.

Alberto Tristany Zarauza