Singuilucan se prepara para celebrar a su santo patrono el 9 de junio fiesta que se debe llevar a cabo 40 días después de Semana Santa. El preludio son numerosas peregrinaciones entre flores, cantos, mariachis y bandas de viento.
La tradición es visitar el templo para dar gracias por las bendiciones recibidas. Según testimonios localizados en el archivo del convento de San Agustín, en la Ciudad de México, el 6 de abril de 1651, un Jueves Santo, cuando la figura del Cristo se llevaba en procesión, esta se desprendió de la cruz y comenzó a sudar abundantemente.
Este milagro está exhibido en la pintura de mayor tamaño que tiene esta iglesia, a la entrada. Es una representación de Singuilucan en la época antigua.
Otro testimonio de los lugareños, que se cuenta de generación en generación, es la inundación de las minas de Pachuca en el siglo XVII, los mineros fueron a pedirle al Señor de Singuilucan que terminara con esa situación. En agradecimiento construyeron una cruz ochavada de madera incrustada con hueso y nácar.
Al ir a instalar el simbolo la sorpresa de los habitantes fue mayúscula, pues la mano izquierda del cristo se veía alargada; después de medir la cruz y al colocarla nuevamente, la mano se había acortado; insistieron en una tercera y cuarta vez, pero siempre ocurría lo mismo, hasta alcanzar el tamaño actualmente tiene.
Entonces, los mineros concluyeron que el Señor de Singuilucan no deseaba que su cruz fuera cambiada, por lo que la nueva se depositó en la sacristía como prueba del milagro acontecido. Actualmente, dicho símbolo adorna la capilla de San Nicolás Tolentino.
Sara Elizondo I Pachuca
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