En los último tres años, la euforia por las carreras de calle en la entidad, pero principalmente en Pachuca, se han convertido en el nuevo negocio de personas físicas y morales.
Aunque usted no lo crea, un servidor gusta de la práctica del atletismo, creo que es mi segundo deporte favorito detrás del futbol, aunque siempre llegando entre los regazados a la meta, pero como dicen: los últimos siempre serán los primeros, y más teniendo 100 kilos encima, créame, es un logro.
El domingo pasado retomé esta actividad con un evento que probó una ruta nueva, pues el circuito del Río de las Avenidas ya se tornó aburrido. La organización fue buena, pero creo que el pecado que cometen es dar premios en especie, cuando se obtienen ganancias por la inscripción. En este caso cobraron 250 y fueron cerca de 280 competidores, así que échenle cuentas.
No sólo fue eso, también en la meta hicieron falta los kits de recuperación, que es la hidratación y alguna fruta, plátano o naranja de preferencia, más que tuvieron una prueba de 10 kilómetros, que es de mucho desgaste físico.
Estos eventos dejan ganancias superiores a los 50 mil pesos, más los apoyos que puedan recibir de patrocinadores.
Otros organizadores también se aprovechan de la buena voluntad de la comunidad runner, pues disfrazan sus carreras como “altruistas” y contadas son las ocasiones en la que he visto que el dinero se vaya a la causa que anuncian. Hace poco, un evento con estas características se “cayó” a la última hora; las causas ya no las explicaron, pero siento que esperar más de mil corredores en una competencia que cobraban 200 pesos era una locura.
Debido a la situación económica por la que todos pasamos, un precio “justo” para que sus carreras tengan éxito no debe ser superior a los 150 pesos.
Cabe mencionar que en lo que va del año son pocas las carreras que han sido avaladas por la Asociación Hidalguense de Atletismo, el único organismo con la facultada de regir estos eventos. Sus razones tendrán los organizadores en no quererse apoyar en la asociación, pues hace un año también me tocó un caso de un evento avalado que terminó en problemas.
Este será un tema que las autoridades del deporte deben analizar y atender, invitar a todas las partes para organizar efectos atractivos, seguros y que incentiven a la población; sobre todo, pensar en los niños, crear eventos alternos que puedan ser el semillero para el futuro.