Los gritos de “olé, olé”, a cada pase de los locales, retumbaban en el estadio, mientras los muchachos de Gareca se encogían en el grama-do. El romance de la Canarinha con la torcida iba en creces. Con un Perú ya muerto, el capitán Dani Alves marcó el cuarto a los 53 minutos, en combinación con Firmino.