El 11 de agosto es una fecha especial en la historia del futbol mexicano. Hace seis años se escribió el que, para muchos, es el mayor hito del balompié nacional: un día como ayer, pero de 2012, la Selección Mexicana de Futbol derrotó a Brasil 2-1 en la grama sagrada de Wembley y con ello le arrebató el único logro que le faltaba a la Canarinha por aquel entonces, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos.

Era sábado por la mañana y yo veía ansioso el juego en casa, con los nervios y la emoción a tope. Pronto en el partido, Oribe Peralta marcó el primer gol de la selección y, ya en el segundo tiempo, confirmó su lugar en el panteón del futbol mexicano con su segundo pirulo.

El descuento de Hulk en tiempo de compensación le puso dramatismo al asunto y la increíble falla de Óscar frente al arco de Jesús Corona casi hizo que me atragantara con el café, pero la suerte estaba echada. México era campeón olímpico.

Muchos, entre aficionados y analistas, no dudaron en calificarlo como el logro más importante en la historia del combinado nacional y ciertamente parecía que algo estaba a punto de cambiar en los jugadores mexicanos y su mentalidad; pues, cabe recordar, el Tri sub-17 había ganado el Mundial de su categoría un año antes en el Azteca, mientras que el sub-20 se había quedado con el tercer puesto.

Las nuevas generaciones de futbolistas aztecas se estaban acostumbrando a ganar y parecía que ellos serían los encargados de levantar el futbol mexicano y llevarlo al siguiente nivel. Sin embargo, todo se quedaría en un bello recuerdo y nada más.

De la selección que ganó el oro, sólo nueve representantes llegaron al Mundial de Brasil dos años más tarde: Chuy Corona, Carlos Salcido, Diego Reyes, Héctor Herrera, Marco Fabián, Javier Aquino, Oribe Peralta, Miguel Ponce y Raúl Jiménez; quienes, a pesar de quedarse cerca del quinto partido, tampoco pudieron reescribir la historia en justas mundialistas.

Cuatro años más tarde, en Rusia, sólo quedaban siete sobrevivientes de Wembley. La plantilla que, parecía, podía cambiar el rumbo del barco Tricolor terminó como tantas otras. Fue simplemente una nueva generación pérdida, como la campeona en Perú 2005 o México 2011.

La mayor parte de esos campeones olímpicos fueron alejándose del radar de la selección por un motivo u otro. Un tiempo después vi el resumen que subieron al canal de YouTube del Comité Olímpico Internacional.

Algo que me quedó muy grabado fue que los comentaristas ingleses elogiaban a ese combinado mexicano y aseguraban que uno de ellos daría el paso a un grande europeo ese mismo verano, se trataba de Jorge Chatón Enríquez García, quien había ganado el balón de bronce en el Mundial sub 20 Colombia 2011 y actualmente juega para el Omonia Nicosia de Chipre.