El piloto Niki Lauda falleció este lunes a los 70 años, y recordamos el accidente del que fue protagonista, uno de los más famosos de la historia de la Fórmula 1.
Fue el 1 de agosto de 1976, el antiguo trazado de Nurburgring, Alemania, donde Lauda fue devorado por las llamas dentro de su Ferrari.
Solo habían transcurrido dos vueltas de la carrera, pero el asfalto aún estaba mojado por toda la lluvia que había caído durante la mañana. Tras un cambio de rasante, Lauda perdió el control de su monoplaza, estrellándose contra la valla y saliendo disparado de nuevo hacia la pista cubierto totalmente por el fuego.
La lucha por el mundial de Fórmula 1 se convertía en una carrera contrarreloj para tratar de salir con vida de su Ferrari. Arturo Merzario, Guy Edwards, Brett Lunger y Harald Ertl, ayudaron al austriaco a escapar de su monoplaza en unos momentos de angustia total.
Niki sufrió quemaduras de primer y tercer grado en rostro (se aprecian claramente las marcas en su cara), la cabeza y manos , también inhaló los gases del combustible, dañándole los pulmones. Todo parecía perdido para él, incluso un sacerdote amigo de la familia le dio la extremaunción. Pero nunca hay que subestimar el corazón, ni el espíritu de un campeón.Solo 40 días más tarde, Lauda estaba subido de nuevo en su Ferrari, compitiendo en el circuito de Monza, en el que acabaría cuarto y con los vendajes de su cabeza totalmente ensangrentados.
El tres veces campeón del mundo, en una reciente entrevista al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung quita hierro al asunto: “Para mí el 1 de agosto es un día como otro cualquiera. No me pongo delante del espejo y digo: ‘¡Hurra, hurra, hurra, estoy vivo!”.
“Seis meses después volví a conducir al mismo nivel o incluso mejor todavía. Y eso sólo es posible si uno supera un problema al cien por ciento. El hecho de recuperarme rápido formaba parte de mi estrategia. No podía estar sentado en casa pensando en ello, por qué pasó y por qué a mí”, afirmó el austriaco.
Agencias
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