El otro fair play
 
Hace (67) meses
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Abrirse camino en el mundo profesional es cosa difícil.

Cuando se empieza, hay que enfrentarse a varias situaciones que la escuela no enseña: hay que ser resistente a la frustración de no encontrar trabajo mínimamente remunerado, a la de la competencia de los demás aspirantes, al desdén de los experimentados de la oficina y a la falta de oportunidades en general.

El futbol tiene esas características aún más acendradas.

No falta quien piensa que los novatos tienen que pagar derecho de piso, que la letra con sangre entra y que hay que ganar a como dé lugar tanto un puesto como un partido.

Muchos futbolistas no llegan a la primera división porque no resisten ser golpeados en las prácticas por los ya consagrados. Varios son los casos de muchachos que salieron llorando de un vestidor para no regresar, ante la imposibilidad de resistir las humillaciones.

El mundo del futbol tiene su faceta selvática en la que además de resistir las inclemencias para sobrevivir, la resistencia es puesta a prueba por ese canibalismo emocional que es frecuentemente aplicado por malos compañeros, malos adversarios y malos entrenadores.

Lo que hizo el central de Estados Unidos Matt Miazga burlándose de la estatura de Diego Lainez sin que lo castigara un árbitro incapaz de juzgar la gravedad del suceso, es deleznable y parte de lo que la FIFA está combatiendo.

Eso no se vale en ningún ámbito. Ni en el del deporte, tan acostumbrado a pasar por alto faltas elementales de civilización.

Hacer mofa de las características físicas de un rival necesita ser penado porque hay una parte ética del deporte que no merece pasar inadvertida.

Si no intervino el árbitro, tendría que hacerlo la U.S. Soccer, el técnico del equipo o alguna instancia más digna que el comportamiento del sujeto en cuestión.

Bien por Edson Álvarez que defendió inmediatamente a su compañero. Y por el propio Lainez que tuvo el autocontrol suficiente en su reacción.

El club América sí intervino en la agresión -física y moral-de Agustín Marchesín al canterano Arturo Sánchez en el interescuadras del lunes.

Sancionar al arquero por su actitud con una multa, corresponde al ejemplo que una institución de esa repercusión debe dar hacia dentro y también hacia afuera.

Lástima por la reacción del estelar arquero. Pierde puntos importantísimos.

Se busca a quien enarbole esa bandera. La de un futbol más limpio en la convivencia humana.

Francisco Javier González I Agencia Reforma

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