Sí hay quinto malo.

El América empató 2-2 contra Querétaro y ya son cinco los partidos consecutivos sin victoria, una racha inimaginable con Miguel Herrera al mando.

El once casi de lujo con el que arrancaron las Águilas en el Estadio Azteca no bastó, porque tuvieron desatenciones en momentos clave, porque la fortuna las abandonó, coincidentemente, desde el regreso de Guillermo Ochoa.

La estampa que define la cadena de calamidades de las Águilas se produjo al 80’, apenas dos minutos después del golazo de Henry Martín que parecía finiquitar todos los padecimientos, luego de que el delantero sembró rivales desde media cancha. Alonso Escoboza disparó de media distancia y un ligero desvío de Jorge Sánchez impidió la reacción de Ochoa. Así le amargaron la noche al local.

Una distracción más que les costó caro, que dejó como mera anécdota la remontada luego de aquel tanto de Fabián Castillo al 29’, jugada que prosperó debido a la precipitada barrida del capitán Paul Aguilar.

No tardaron las Águilas en empatar, apenas dos minutos después, cuando Henry Martín estuvo atento a un rebote, y se estiró todo lo que pudo para vencer a Gil Alcalá.

Lo que son las cosas, el América recibió, más tarde, una cucharada de su propia medicina, con un gol casi inmediato a su anotación.

Giovani dos Santos y Memo Ochoa, las bombas de las Águilas, no traen la fortuna de su lado.

Mientras el guardameta sigue sin dejar la cabaña en cero, el 10 azulcrema estuvo lejos de ser ese jugador desequilibrante y apenas tuvo una opción de gol, mal culminada.

Cada que caía un gol del Querétaro el sonido local respondía con el grito de batalla “América” y la afición lo secundó, pero al finalizar el partido en el Azteca hubo un silencio incómodo, con escasos silbidos y cero aplausos.

Édgar Contreras I Reforma