Francia y Alemania se enfrentaron en Sevilla el 8 de julio de 1982, en el marco de la semifinal de la Copa del Mundo celebrada en España, un encuentro que marcaría de por vida al portero de la selección teutona, Harald Schumacher, y a un defensa de los galos, Patrick Battiston.
Con el marcador empatado a uno, ambos jugadores corrieron por una pelota filtrada. Battiston llegó primero a la cita y dio un ligero toque al balón, suficiente para que el portero no pudiera quedarse con él. Sin embargo, el esférico parecía ser lo último que pasaba por la mente de Schumacher en ese instante.
El portero aplicó la máxima de “pasa el hombre o pasa el balón, pero nunca los dos”. El cancerbero arrolló brutalmente al francés, mientras la pelota se iba desviada del arco. Los galos reclamaron la infracción, pero el árbitro ni cobró falta ni expulsó al alemán.
Battiston, en cambio, no pudo seguir, víctima de una conmoción cerebral y la pérdida de varios dientes.
El partido terminó empatado a tres y Schumacher fue el héroe en la tanda de penales, en la que atajó los cobros de Didier Six y Maxime Bossis, con lo que Alemania alcanzó la final.
Sin embargo, el portero nunca pudo quitarse el estigma de ser un jugador violento.
Salvador López I Pachuca