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Hace (61) meses
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En la víspera del partido contra el Real Madrid, el técnico del Barcelona nos dejó un ejemplo verbal en la mesa, y su equipo en la cancha al día siguiente.

Como el VAR no ha apagado todas las polémicas y, por lo contrario, ha encendido otras, uno de los asuntos recurrentes en todo lugar donde se aplica el tecnológico invento es hablar de él.

Ernesto Valverde, invitado a entrarle a estos temas en su conferencia de prensa, dijo una verdad que, de tan simple, nos hace volver a las bases: “La polémica la hace la gente. Nosotros debemos estar ajena a ella. Tenemos que centrarnos en el campo porque todo lo demás es accesorio”.

En efecto, cada quien puede darle más importancia a otras cosas, pero lo sustantivo no está bajo cuestionamiento: en el futbol lo más importante es lo que ocurra en el campo y el resto de las cosas son complemento que a veces ayuda y a veces estorba.

Para jurarle amor eterno a la pareja no hay que hacer una fiesta, convocar a los medios y rematar con un estribillo. Ese es ruido.

Más bien se trata de un ejercicio diario, que sale de la conciencia, que no necesita de ningún acompañamiento ni tiene que ser demostrado al mundo. Simplemente, existe.

La ceremonia que montó el plantel de Cruz Azul para decir que está unido, que quiere a Caixinha y que miente quien diga que no es así, corresponde a dos de las características enunciadas: hace ruido, no es necesario y además no se ve natural.

Menos aun cuando además se personaliza el reclamo a un reportero -y conductor de televisión, un periodista de años como César Martínez- por decir que si el técnico saliera del equipo, más de uno se alegraría.

El mensaje lo manda Cruz Azul desde el lugar catorce de la tabla, en plena crisis de resultados con motivos tangibles -lesiones, salidas del equipo- y sin recordar que ese ejercicio diario de apoyo a una causa no necesita ser exteriorizado. Sólo tiene que practicarse con convicción.

La Máquina está distraída y necesita hacer lo fundamental, lo esencial: rescatar en el terreno la vertical y dejar a un lado las conferencias de prensa fuera de contexto como la del lunes, las fotos y reclamos con brazos entrelazados y la lectura titubeante de un comunicado poco natural en la expresión corporal y en la expresión verbal.

Cruz Azul tiene buen plantel y puede ser de un día para otro que se recupere. A veces así sucede.

La otra lección del Barcelona con la goleada en el Bernabéu nos recuerda que la contundencia es indispensable hasta para el que juega bien.

El Madrid tuvo por lo menos cinco oportunidades claras en un juego en el que terminó recibiendo un marcador humillante.

Para meterla, hay que llegar.

Cruz Azul, en ese acto de contricción necesario, tiene pendiente hacer ambas cosas.

Y para eso, tiene que concentrarse en lo único que realmente habla: el campo de juego en el que enfrentará el sábado a un Necaxa durísimo.

 

 

Francisco Javier González

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