México avanzó en la tribuna, en esta Copa del Mundo.
Después de que un mexicano apagó con sus orines la llama eterna en Francia 1998, que otro hizo que se detuviera el tren bala de Japón al activar la palanca de emergencia en Corea-Japón 2002, que uno más intentara ponerle jorongo y sombrero de charro a una estatua de Nelson Mandela en Sudáfrica 2010, que alguien se lanzara al mar desde un crucero en Brasil 2014, la visita de más de 45 mil mexicanos a Rusia resultaba inquietante.
Pero en vísperas de la clausura del torneo, la embajadora de México en Rusia, Norma Pensado, cruza los dedos para que no haya un incidente que manche lo que a su juicio ha sido un comportamiento excepcional, con apenas tres encarcelados.
“Afortunadamente no (hubo casos vergonzosos), todavía faltan unos días, quiero tocar madera, creo que tuvimos algunos casos aislados, pero nada realmente grave.
“Por eso decía que nuestro saldo es bastante positivo, y creo que mucho que este saldo positivo tiene que ver con que poco a poco hemos ido aprendiendo de las experiencias pasadas y fortalecimos todo el enfoque, al prepararnos para el evento y la atención desde la Embajada y Consulados Móviles, un enfoque preventivo”, dijo la diplomática a Grupo Reforma.
El principal problema de los mexicanos fue la pérdida del pasaporte y del documento migratorio expedido por el gobierno ruso, más allá de que nunca falta el negrito en el arroz.
“Hay tres personas que están encarceladas, la embajada ha estado siguiendo sus casos, está en comunicación con ellos, con las autoridades rusas y sus familiares, como corresponde, pues la embajada vela porque todo el proceso transcurra conforme a derecho.
“Es información que por cuestiones de privacidad no nos corresponde comentar. Como decía, el marco del número de mexicanos que estuvieron por acá es realmente el saldo más positivo que negativo, es totalmente positivo”, dijo Pensado.
Ni en las caravanas rumbo al estadio en cada partido del Tri ni en las fiestas organizadas por la barra Corazón Azteca hubo incidentes que lamentar.
Edgar Contreras I Agencia Reforma
