El superclásico argentino Boca-River, que todo hincha debe ver antes de morir, se volverá a jugar hoy en las semis de la Copa Libertadores, con los xeneizes forzados en su cancha a remontar el 2-0 que asestaron los millonarios
en la ida.

Más de 50 mil fanáticos boquenses convertirán allegendario estadio la Bombonera en una olla ardiente de pasión futbolera. Atesoran la esperanza de una hazaña épica frente a una escuadra que a veces parece invencible.

Los hombres de la azul y oro precisan lanzar un tsunami ofensivo para ganar al menos 2-0, que llevaría a la definición con los infartantes penales. Pero tampoco podrán descuidar su arco porque un gol de los vigentes campeones de la Libertadores se computa doble en caso de igualdad.

Pero Boca quemará el martes las naves, alentado por una multitud que cuando grita y salta en las graderías hace temblar el piso de la cancha.

Lo que no manejan los hinchas es la pelota. Y en ese plano, River es una cosa seria. “Del otro lado (del rival) asusta como juega River”, declaró Leo Ponzio, su capitán, quien vuelve al banco tras una lesión.

Gallardo esta vez mostró sus cartas. Confirmó el mismo equipo del encuentro de ida. “No vamos a cuidar el resultado. Intentaremos hacer un gol”, dijo el lunes en conferencia de prensa.

Entre los confirmados está el volante uruguayo Nicolás de la Cruz, una de las figuras en el triunfo 2-0. En el banco contará con una pieza fuerte tras ser dado de alta de sus lesiones el colombiano Juan Fernando Quintero, autor de un gol clave en aquella histórica final en España.

Los tantos del primer choque los marcaron Rafael Santos Borré, de penal, e Ignacio Nacho Fernández.

Daniel Merolla | AFP