Qué mejor debut que el que firmó Marcelo Leaño el domingo como timonel del Necaxa.

Leaño lo hizo a su modo: apegado a su fe y a su menottista estilo de juego. Volteaba al cielo para pedir porque el primer tanto de partido cayera en la pelota parada, sin importar el número de oportunidades que el Necaxa tuvo con el balón quieto, cada que pudo estiró los brazos haciendo plegarias para que sus Rayos se adelantaran en el juego.
Casi no se sentó en la banca y se la pasó pegado al límite de su área de trabajo, incluso parecía estar en competencia con Miguel Herrera para llevarse el título del técnico más explosivo, pues ni siquiera dejó de reclamar cuando su equipo inauguró la pizarra.

Eso sí, tuvo tiempo para salir de su iracundo papel al abrazar a un recogepelotas que había sido gritoneado por El Piojo y le pidió que no les perjudicara reteniendo la de gajos.

La mano del aprendiz de César Luis Menotti se notó en el cuadro hidrocálido. La posesión de la pelota parecía no importarle pues mandó a los suyos a replegarse de buena manera, pero al tener el esférico su equipo mostró el dinamismo, toque de balón y velocidad al frente que le gusta al técnico.

90 minutos bastaron para que Marcelo Michel Leaño disipara las dudas iniciales de la apuesta que fue su contratación.

Staff I Agencia Reforma