Rodrigo Ares de Parga, presidente de los Pumas, va a tener que ir a buscar en otro lado porque Joaquín Beltrán Vargas ya le dijo que no.

Luego de estudiar detenidamente su oferta, decidió no aceptarla, pues considera que éste no es momento adecuado para darle el sí.

El excapitán de los universitarios puso por delante la estabilidad emocional de su familia, que es la prioridad número uno de su vida, ya que si hubiera aceptado el cargo tendría que haber regresado a su esposa e hijos a la capital.

Por el momento esta idea no entra entre sus planes, ya que con su trabajo en una televisora y varios negocios más que tiene en Querétaro, siente que está cumpliendo con sus objetivos personales, además de la calidad de vida que tiene su familia.

Ahora que si me preguntan a mí, el gran problema de la institución ya todos lo conocen, ya saben cuál es su nombre y apellido, menos el rector Enrique Graue.

Llegue quien llegue, Ares de Parga no va a darle libertad absoluta para buscar a los refuerzos del equipo ni tampoco para manejar el vestuario y mucho menos permitirá que el técnico que se nombre tenga todas las decisiones en su mano.

Además de que va a tener que aguantar los modos y las formas bastante groseras de parte del directivo, para tener una relación más o menos sana, porque en una discusión no hay quien le gane.
Sea lo que sea, ya le dijo que no.